51 - Comienzos difíciles

4.4K 117 12
                                    

Can

En poco tiempo había conseguido cerrar el trabajo y coger un vuelo a Londres una semana antes de que terminaran los tres meses.

No me daba tregua, tenía que llegar a ella cuanto antes o podría ser demasiado tarde para nosotros esta vez, tantas señales me hacían entender que Sanem había cambiado, los enormes sufrimientos que había tenido que padecer por mi culpa varias veces durante nuestra historia la habían cambiado y esta vez lo que le había hecho podría ser demasiado para perdonarlo.

Ella había abierto su corazón desapasionadamente a un hombre que la miraba como a un extraño, había intentado seguir amándolo con cada gesto y cada mirada y yo la había ignorado por completo si no la había herido intencionadamente al sentirme amenazado por sus expectativas sobre nosotros. No, esta vez podría ser realmente demasiado para perdonar, incluso para ella y su infinito amor por mí.

Me angustiaba no poder saber exactamente dónde estaba, ¿cómo podría llegar a ella una vez que llegara si no tenía la menor pista de dónde estaba?

Aterricé en el aeropuerto de Londres, dejé mi equipaje en el hotel y decidí despreocuparme del trabajo de inmediato ya que había llegado a Londres, llegué a la editorial y entregué todo el material fotográfico que había tomado en los últimos tres meses, nos pondríamos en contacto más tarde para ultimar los detalles.

La última vez que entablé amistad con un periodista de origen turco, le pregunté si por casualidad conocía a la escritora turca Sanem Aydin, que acaba de estar en Londres para la presentación de su nuevo libro.
Me dice que no ha leído sus libros pero que se enteró de su presencia aquí el mes pasado, en el mundo editorial todo el mundo sabe todo de todo el mundo.
Le pido que me ayude a buscar alguna información para llegar a ella ya que es una querida amiga mía y me gustaría visitarla ya que estoy aquí, hacemos una búsqueda juntos en internet y no llegamos a nada, además ya lo había intentado por mi cuenta y fue un fracaso.
En un momento dado le veo reanudar la escritura resuelta en el teclado y poco después me sonríe triunfalmente.

-Se me ocurrió probar a mirar en la página web del sistema interbibliotecario inglés, donde suelen anunciar eventos menores celebrados en pequeñas bibliotecas locales, y ahí estaba, está previsto que se reúna con los lectores en la biblioteca de Plymoyth mañana a las 5 de la tarde -.

No puedo creer mi suerte, si no hubiera venido aquí nunca habría podido averiguarlo, debe ser una señal, no puede ser de otra manera, algo me lleva a ella y esta vez no necesito una visión para ver lo que es.

Pienso en su anillo de compromiso y en la piedra de ámbar de la que había sido tallada la piedra principal, debe ser así no hay otra explicación, la piedra de ámbar probablemente me estaba llevando a mi amada.

Paso una noche inquieta y con las primeras luces de la mañana ya estoy levantado y listo para coger el tren hacia ese remoto pueblo de Cornualles, Plymoyth, ¿quién sabe cómo ha acabado allí?
El viaje parece interminable, más de seis horas sentado en un asiento de tren me hacen sentir como un león enjaulado, estoy impaciente por verla, estoy cagado de miedo de que ya no quiera nada conmigo, de que haya decidido que esta vez mi comportamiento ya no merece su perdón.
Llego justo a tiempo para llegar a la biblioteca, que afortunadamente no está muy lejos de la estación, y llego a verla de lejos subiendo los escalones y desapareciendo en el gran portal del viejo edificio que acoge la reunión de lectura.
Hay mucha gente que se apresura a conocer a mi Sanem, no me extraña, es buena, es realmente buena, es capaz de transportarte con sus palabras en su corazón y en su mente y el lector no puede evitar amarla a ella y a la historia que está contando.

Entro en la abarrotada biblioteca, todos los asientos están ya ocupados así que decido pararme al fondo de la sala, quiero esperar a que termine la reunión antes de ir a hablar con ella. La veo llegar a la mesa preparada para ella junto a un hombre que, en un momento dado, le pone el brazo en el hombro mientras se ríen juntos de algo.
Siento que la sangre hierve en mis venas, ¿quién es ese hombre? ¡Cómo se atreve a tocar a mi Sanem, mi mujer! Mi instinto me dice que vaya a quitarle de mala manera esa mano inapropiada que tiene, pero logro controlarme también porque por suerte la quita mientras se sientan para comenzar la reunión.
Los veo reírse juntos y me asaltan unos celos agudos, recuerdo que esas sonrisas eran todas para mí antes del accidente mientras que después le di muy pocas oportunidades de sonreír, y sólo es culpa mía.

Me recupero de estas lúgubres reflexiones cuando comienza la reunión, estoy encantado de escucharla leer fragmentos de su libro, extrañaba enormemente su dulce voz como extrañaba todo de ella.
Empiezan las preguntas del público, la escucho responder a cada una de ellas con sinceridad, se me aprieta el corazón al oír su voz emocionada decir que el final del libro es una ensoñación del final feliz que sólo podía soñar vivir y luego afirmar que el Fénix está condenado a arder para siempre sin su albatros.

Siento cada gramo de su sufrimiento en el tono de su voz, me doy cuenta ahora más que nunca del daño que le he hecho a esta pobre chica que sólo es culpable de haberme amado profundamente.

En la siguiente pregunta sobre el albatros me siento cuestionado cuando dice que volará libre para siempre porque nadie podrá detenerlo o atarlo, ahora sé que no es cierto y no puedo evitarlo. Levanto la mano para reservar la palabra desde detrás del muro de personas que me han ocultado de su vista hasta ese momento.
Doy un paso firme a un lado para hacerme visible y le pregunto:

- ¿Y si, en cambio, el albatros hubiera encontrado a su pareja para toda la vida y hubiera decidido construir su nido con ella, para no dejarla nunca más? ¿Qué haría el Fénix? -

La veo permanecer inmóvil en un tenso silencio durante un tiempo interminable, el público comienza a susurrar cuando está claro que algo importante está sucediendo.
Entonces su voz lapidaria me llega fuerte y clara mientras su mirada seria apunta a la mía:

- Tal vez el Fénix haya perdido la fe en que su albatros pueda decidirse a construir el nido y detenerse para siempre, tal vez prefiera arder para siempre antes que ser aniquilado por completo por otro abandono -.

Se dirige al público - Teşekkür ederim, gracias por venir y leer mi libro, es un honor, adiós -.

Se levanta rápidamente y la veo salir de la sala por una puerta lateral, me esfuerzo por contrarrestar la corriente de público que en cambio se dirige en mi dirección hacia la salida principal de la biblioteca. Me apresuro a seguirla, entro en la habitación donde la he visto desaparecer y la encuentro de espaldas a mí mientras recoge su bolso apoyado en una silla para marcharse.

-Sanem, Sanem, lütfen, por favor espere-.

Veo que se congela en el sitio sin darse la vuelta, parece que intenta recuperar la compostura antes de hacerlo, me acerco a ella y pongo mis manos en sus brazos. Inmediatamente se divide, dándose la vuelta para mirarme.

- ¿Qué quieres Can, por qué estás aquí? -

- Sanem, ¿podemos hablar tranquilamente en un lugar tranquilo, por favor? -

-Sanem, ¿qué pasa? ¿Está todo bien? - El hombre que vi antes con ella entra en la habitación y se acerca a su lado apoyando una mano en su espalda, una vez más siento la sangre retumbando en mis oídos por el enorme esfuerzo de no golpearlo.

- Sí Evan, está bien no te preocupes, el caballero se estaba despidiendo de mí antes de irse.
Fue un placer verte de nuevo Can, hoşçakal, adiós -

-Sanem, tenemos que aclarar, por favor, permítame hablarle con calma -

- ¿Qué quieres de la señorita Aydin? Por favor, vete de aquí y déjala en paz, está claro que no quieres hablar con ella, ¿quién te crees que eres? -

Pierdo todo atisbo de civismo y control, me acerco a Sanem con decisión y le cojo la mano con firmeza - Resulta que la señorita Aydin es en realidad la señora Divit y yo su marido, así que si no te importa nos vamos a otro sitio a hablar tranquilamente ahora, adiós -.

Casi la arrastro fuera de la sala y del edificio entre la mirada curiosa de los clientes que se han quedado fuera de la biblioteca.

Permanecemos en silencio un buen rato, yo tampoco sé a dónde voy, necesito calmarme antes de hablar con ella y me dirijo hacia el final de la calle donde puedo ver el mar a lo lejos.

Salimos a la calle que bordea el puerto y me dirijo con decisión hacia un banco, me siento y la invito a hacer lo mismo.

Nos giramos para mirarnos, su expresión es decididamente seria.

- ¿Qué quieres de mí Can Divit?

Bueno, digamos que como comienzo no parece ser el mejor, pero no me voy a desanimar, estoy aquí con un propósito muy concreto y no me iré sin ella a mi lado.



Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora