70 - Mine at last/ Mío al fin

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Sanem

- Quiero ser tu esposa ahora y para siempre -

Es lo que estaba previsto desde hace meses, es la coronación de nuestro amor, nuestro ".....y vivieron felices para siempre".

Tomo su cara entre mis manos y lo beso entre lágrimas de alegría y emoción por la felicidad que estoy sintiendo en este momento, un milagro no esperado hasta hace apenas un mes cuando había renunciado a él y a nosotros para siempre.

Pronto nuestro beso cambia, nuestras respiraciones se hacen más cortas, nuestras manos se mueven incansablemente, tocando, apretando, acariciando, nos separamos un momento para mirarnos a los ojos, los suyos brillan con un sentimiento que nunca había visto, una mezcla de amor y pasión que el Can de antes nunca se había permitido mostrar.

Me sonríe y de repente me coge en brazos entrando en la casa, llegado a la puerta de la habitación me susurra:

- Sanem me gustaría que cerraras los ojos e imaginaras que hoy por fin nos dijimos nuestros votos de amor eterno, estabas preciosa con tu vestido de novia y yo te miraba como se mira lo más precioso de este mundo.
Intercambiamos nuestros votos solemnes, lo celebramos con la familia y los amigos y ahora estamos aquí, en la puerta de nuestra habitación, listos para vivir nuestra noche de bodas, la primera de todas las noches de nuestra vida juntos...

Cierro los ojos y su voz persuasiva me catapulta a un universo paralelo en el que veo lo que había soñado durante mucho tiempo y me doy cuenta de que, para mí, es como si hubiera sucedido de verdad tantas veces estas maravillosas escenas se han proyectado en mi mente mientras esperaba nuestra boda.

Siento que se mueve hacia el interior de la habitación y me deja deslizar con los pies en el suelo haciendo que me adhiera completamente a su cuerpo, abro los ojos para mirarle y veo su mirada embelesada.

- No sé qué es memoria y qué es imaginación a estas alturas, claro que debo haber soñado con este momento un millón de veces Sanem pero la sensación que tengo al enfrentarme a la realidad de tenerte aquí, en mis brazos, por fin mía, por fin mi mujer, supera cualquier fantasía posible...

Me toma en sus brazos y me lleva a otra dimensión, una dimensión dominada por los sentidos que nunca había experimentado, que tal vez sólo había rozado durante nuestra noche junto a Sile, pero que de alguna manera había sido desperdiciada por la angustia de saber que él se iría, que ya no era mío y que probablemente nunca lo sería.

La intensidad de las emociones de este momento es algo indescriptible, saber que ahora es por fin mío, mío para siempre en cuerpo y mente me hace sentir libre de sentir cada toque, cada beso, cada caricia como una promesa de amor además de pasión. Este es el último pensamiento que puedo formular racionalmente antes de que todo se convierta sólo en percepción y placer.

Sólo hay sus manos que se mueven lentamente sobre mi piel para liberarla de la ropa mientras sus labios siguen esas manos con diligencia sin dejar de besar con veneración cada centímetro acariciado.
Es un éxtasis y una tortura al mismo tiempo mientras mis manos no pueden quedarse quietas, liberan su pelo del omnipresente elástico que lo mantiene atado para enredarse entre los mechones y guiar sus labios hacia donde el placer es más intenso, desabrochando su camisa y sacándola del pantalón para luego acariciar su musculosa espalda.

Su incansable boca recorre mi cuerpo, desde el cuello hasta los labios y luego desciende en una lenta tortura entre mis pechos y a lo largo de mi estómago mientras sus manos, sus hermosas manos, me hacen cosas que ni en mis sueños más salvajes podría imaginar.

Lentamente vuelve a subir hacia mis labios y en este punto tomo el control, mis labios bajan ahora a su cuello, a sus hombros, a su pecho donde parece increíble poder por fin besar y acariciar el tatuaje del albatros como he querido hacer desde hace tanto tiempo.
Mis manos bajan en una lenta caricia hasta su estómago mientras lo rodeo, continúo mi exploración de su cuerpo abrazándolo por detrás, besando su espalda, acariciando cada centímetro de esos pectorales y abdomen esculpidos hasta que llego a su cinturón y lo desabrocho, lo oigo contener la respiración mientras gira su rostro para mirarme con una mirada llena de pasión. Se vuelve hacia mí como si fuera incapaz de alejarse de mí, incapaz de no tenerme entre sus brazos y sentir mi calor, termina de desvestirse mientras me empuja lentamente sobre la cama y luego se encumbra sobre mí con cuidado de no aplastarme con el tamaño de su cuerpo.

Todo se convierte en suspiros, caricias, besos y palabras de amor susurradas, reconozco su piel sobre la mía de aquella maravillosa noche juntos así como el tacto caliente de sus dedos sobre mí pero al mismo tiempo siento una intensidad en sus caricias que nunca había experimentado, es adoración, devoción, reverencia me toca como si realmente fuera lo más preciado de este mundo para él. Y para mí sólo puede ser lo mismo, no puedo dejar de adorar ese maravilloso cuerpo suyo que tanto he deseado en el pasado y durante las largas noches pasadas en sus brazos que han sido el infierno y el paraíso al mismo tiempo.

La percepción que tenemos el uno del otro se vuelve cada vez más maravillosa y encantadora hasta que, en el momento en que nuestros cuerpos se unen, él entrelaza sus manos con las mías y susurra:

- "Mío por fin, mío para siempre.

Seni çok seviyorum, te quiero tanto Sanem-

- Por fin mío, mío para siempre.

Seni çok seviyorum, te quiero tanto Can -

Entonces ya no hay lugar para las palabras solo hay sensaciones inefables mientras nuestras almas se unen al igual que nuestros cuerpos, es una unión total esta vez, materia y espíritu que han encontrado su lugar en los brazos del otro.

No creí posible que nuestra unión pudiera alcanzar cimas de placer aún más intensas que las que habíamos compartido aquella única noche, pero es quizás el sentimiento redescubierto y renacido en el corazón de ambos el que agudiza e intensifica cada sensación hasta alcanzar un éxtasis asombroso que nos deja a ambos sin aliento.

Nuestras miradas permanecen entrelazadas durante mucho tiempo esta vez, no hay la oscuridad de la habitación de la última vez que ocultaba mi mirada desesperada, sólo hay la más hermosa promesa de pertenencia, la entrega incondicional y total del uno al otro ahora y para siempre, en esta vida y en las venideras.

Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora