One Shots | Tom Holland

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Personaje: Tom Holland.
Título: Insuficiente 1/2.
Advertencia: En este capítulo tratamos el bajo autoestima, estereotipos, gordofobia y la poca estabilidad emocional. Si sos sensible a estos tipos de temas te recomiendo no leerlos. Sin embargo el contenido es utilizado para enviar un buen mensaje para mis lectores.
Nunca olviden lo hermoso y valiosos que son.
Los quiero, xoxo.
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¿Es acaso normal sentirse insuficiente? No sé si esa pregunta tenga su respuesta pero siempre anda paseando por mi cabeza. Siempre que encuentro la ocasión ahí está mi duda.
Mirarme al espejo de pies a cabeza y no encontrar ni una gota de belleza. Compararme todo el tiempo con cualquier persona que aparezca en mi camino. Ver cómo los hombres nunca se voltean a verme a mi.
Jamás soy a la que le piden su número en los bares o a la que su grupo de amigas envidian por tener tantas citas.
Jamás soy la que entra a una tienda de ropa y le es sencillo encontrar algo que le quede a su medida mientras ignora las miradas de mal gusto de las empleadas.
Tantas opciones. Solo por ser hermosa.
Tantas cosas que tendría.
Si fuera hermosa.

-¿Fabiana?

Mi vista se enfoca, estuve todo este tiempo mirándome al espejo. Por el reflejo veo a mi hermana apoyada contra la puerta de mi habitación.

-¿Si?

-Hace minutos que te estoy hablando, ¿Puedes apurarte? Ni siquiera te has cambiado.

Miro mi cuerpo aún cubierto en mi toalla. Supongo que esa pregunta volvió a dejarme pensando por mucho tiempo.

Insuficiente.

-Si, lo siento. ¿Me preparas un café para llevar? -Pregunto a lo que ella acepta dejándome sola.

Voy hacia mi armario mirando todo el montón de ropa, ¿Qué me pongo hoy?

"Algo que te cubra los rollos".

"No vayas a elegir algo que muestre esas piernas gordas".

"¿Una remera sin mangas? ¡Claro! Deja que todo el mundo vea tus feos brazos. Eres inútil" .

-Basta-murmullé tratando de apagar esas voces en mi cabeza.

Puse algo de música en mi celular para distraerme y saqué algunos atuendos para probarme.

"¡Recuerda, no tanta piel!"

Cerré los ojos con fuerza.
¿A quién engaño? Las voces ganan.

Saqué unos jeans oscuros y un buzo violeta. Me puse mis convers negras y guardé mis cosas en mi bolso.
Peiné mi cabello y me puse algo de maquillaje para cubrir esas ojeras causadas por mi falta de sueño.

Antes de irme de mi departamento paso por la cocina y agarro mi café agradeciéndole a mi hermana.

-¡Ten un buen día! Y recuerda de lo que hablamos, el señor Stevens no podrá negarse a tu propuesta-gritó ella desde la cocina.

El señor Stevens, mi jefe.
Trabajar para él no es nada fácil, es tan solo un viejo testarudo que lo único que le importa es generar dinero por sus películas.
Es el hombre más terco que he conocido, pero a veces hay que cumplir ciertas cosas con tal de conseguir lo que queremos.
Y lo que yo quiero es que me asciendan de puesto. Estoy cansada de ser su asistente, no sirvo para ese trabajo. No nací para servir café y reírme de sus chistes marchistas, nací para ser una directora de cine.
Como él, o mejor.
Es por eso que luego de unas cuantas copas de vino con mi hermana la otra noche, decidí que este lunes dejaría mi vergüenza y nerviosismo de lado y por fin le diría mis ideas para la película actual en la que trabaja. Si le gusta, tal vez conseguiría ese ascenso.
Pero todo depende de hoy. Lunes.