Capítulo 37 - Mark

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A veces las circunstancias te empujan a perpetuar la presencia de personas que no deseas que permanezcan en tu vida. Renuncias al derecho de decisión, a poder olvidar y a alejarte de esas personas.

En ocasiones, te duele estar cerca. Por un lado, deseas correr, envolver a esa persona entre tus brazos como si no hubiera pasado nada, como si fueseis los mismos de siempre.

El dolor cala en ti cuando recuerdas todas aquellas últimas veces que lo fueron sin darte cuenta: el último viaje, la última película, la última fiesta juntos, el último beso. Todos esos recuerdos se agolpan en tu mente. Y te duele.

Pero, al final, debes seguir adelante. Y esa es la razón por la que había decidido aceptar el trabajo. Mi tensa o inexistente relación con Will no iba a condicionar mi trayectoria profesional.

Hasta la fecha, no me arrepentía de la decisión. Viajaba a multitud de ciudades del país escribiendo sobre el equipo. Y tenía mucho tiempo libre para recorrer las calles de cada uno de nuestros destinos.

Cobraba un salario generoso, teniendo en cuenta de que era la encargada de transmitir la información de uno de los equipos más relevantes del país.

Él único punto malo del puesto de trabajo: Will. El mismo alojamiento que él, encuentros inesperados, cruces de miradas y las indirectas que me transmitían jugadores como Brown, con quién en unos pocos días había forjado una amistad. Él y su novia Jessica, animadora del equipo y, por tanto, también viajaba con ellos, eran con los que pasaba muchos de los días que nos encontrábamos fuera de New York.

– Alegra esa cara – dice Jessica logrando alzar mi mirada del cuaderno en el que tomaba notas.

Yo sonrío y ella se sienta a mi lado en la grada.

–¿Qué harás esta tarde? – pregunta con curiosidad.

– Creo que me quedaré en la habitación viendo una película, estoy cansada – contesto a mi amiga.

– De eso nada, esta tarde vas a venir al entrenamiento del equipo de animadoras. Venga, son majas y tenderemos el campo para nosotras.

– ¿A qué hora es?– pregunto.

– A las cinco– contesta.

– Bueno... ya veremos. Si me apetece– digo volviendo a escribir.

– ¿Qué escribes?

– Tengo que mandarles un artículo sobre el viaje del equipo a California.

Jessica me da un codazo de repente.

– ¡Ay!– exclamo llevándome la mano a la zona en la que me había golpeado.

– Shhh, Will te estaba mirando – dice indicándome al lugar en el que estaba entrenando el equipo.

Yo suspiro y me levanto de la grada.

– Me voy a la cafetería del hotel. Necesito despejarme.

– Está bien, pero a las cinco mueves tu culo hasta el estadio – contesta antes de que desaparezca por el túnel de los vestuarios.

Varios trabajadores del equipo me saludan. Camino por los pasillos hasta encontrar la salida. Una vez en la calle, me encamino hacia el hotel, el cual se encontraba a apenas cinco minutos andando.

Mientras me aproximaba a nuestro alojamiento, mi teléfono suena.

– Dime Max – contesto la llamada.

– ¿Qué tal por California?– pregunta.

– ¡Eso!– exclama Logan

– Estás en altavoz – dice Ben.

Mi vida con ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora