Capítulo 33 - Dime qué sientes

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Tras unos días en mi pueblo tocó volver a New York, tocó volver a la rutina.

Había vuelvo a la fraternidad con los chicos, a pesar de la insistencia de Will para que viviera con él y su hermana. Sentía que necesitaba mi propio espacio y, finalmente, comprendió mi decisión.

A nivel profesional, todo el mundo estaría emocionado en mi situación: había hecho mi primera retransmisión en directo y había gustado tanto que el director me había asignado más trabajo.

Las clases habían concluido por el momento y se había iniciado el periodo de prácticas.

Pero no estaba contenta, me sentía impotente. Desde el momento en el que hice la entrevista a Will, las redes sociales y los medios de comunicación me habían tachado como la novia de la nueva estrella del fútbol americano y no por quién realmente soy.

Por otro lado, Will no era el mismo chico que había conocido meses atrás y del que me había enamorado. Desde que recibía importantes sumas de dinero cada mes, se había permitido toda clase de lujos.

Él podía hacer lo que quisiera con su vida, pero no con la mía. Las cosas comenzaron a cambiar cuando se tomó la libertad de comprarme un nuevo coche, joyas de lujo, y, a pesar de que me había negado a aceptar todos sus regalos, siempre encontraba la forma de ponerme en el compromiso para quedármelos.

Sentía que nuestra relación no era nuestra, sino de todo el país: a diario se mostraba contenido de nosotros, fotografías captadas por paparazzis y rumores sobre infidelidades por ambas partes.

Desde que la audiencia de todos estos programas de televisión comenzó a crecer, el director me asignó el equipo de Will. Ello significaba entrevistar a mí novio en cada partido, y los rumores y comentarios posteriores.

-¿En qué piensas?- dice Will con la mirada en la carretera.

- En nada- digo apoyando el peso de mi cabeza en el cristal mientras cierro los ojos.

- ¿Tienes planes para el próximo fin de semana?- pregunta inquieto.

- Pensaba quedarme en la fraternidad durmiedo - digo bostezando- estoy cansada de estos días.

Él asiente serio.

- Bien - dice mirándome y tras unos minutos de contacto visual en el que me dedica una leve sonrisa para posteriormente posar de nuevo su mirada en la carretera.

Tras unos minutos, llegamos al estadio, tal y como sucedía cada viernes: yo como periodista en prácticas y Will como jugador.

La maquilladora terminaba los últimos detalles antes de la emisión cuando, como cada día de trabajo, Will entró en la sala.

- Tengo algo para ti- dice ante lo que yo pongo los ojos en blanco.

Él me entrega una tarjeta. En ella se encontraba impresa la reserva de una mesa para dos en el restaurante más caro de la ciudad.

- Pensé que íbamos a comer pizza en el sitio de siempre - digo decepcionada ante lo que leo.

- Oh vamos, es el mejor sitio de New York para cenar, tenemos que probarlo- dice él emocionado- Em, te prometo que iremos otro día, pero hoy con la final, el centro estará lleno de gente y será difícil pasar desapercibidos.

Yo asiento priorizando sus argumentos de por qué deberíamos ir a dicho restaurante en vez de ir a nuestra pizzería favorita.

- Sigo pensando que estaríamos mejor en la pizzería, pero está bien.

Él sonríe y me besa la mejilla ante lo que muestro una leve sonrisa.

Yo comienzo a quitarme una cadena que llevaba alrededor de mi cuello: era dorada y con una rama de laurel en el medio.

Mi vida con ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora