Capítulo 36 - Exclusiva

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– ¿Conseguiste la exclusiva de Brown?– dice Will repentinamente para romper el silencio que se había creado desde que hacía unos minutos nos sentáramos en un banco de aquel parque.

– ¿Cómo...? Oh yo lo mato, te lo ha dicho Max.

– No ha sido él – dice emitiendo una leve sonrisa.

– Fuiste directo al parking, alguno de los chicos te tuvo que decir que iba a esa fiesta por trabajo.

– Sí... bueno, pero no te diré el nombre o mañana tendremos un cuerpo que enterrar – añade girando la mirada hacia mí– al parecer, querías evitarme a toda cosa.

– La verdad es que sí..., pero ya ves lo bien que ha funcionado– suspiro

Tras unos segundos de silencio ambos reímos por mi último comentario.

– Te he echado de menos– añade Will.

Ante lo que yo guardo silencio.

–Ya has pensado... si bueno... quieres que sigamos o no.

– No lo sé Will, siento que he renunciado a muchas cosas por nuestra relación.

–¿A qué te refieres?–pregunta con confusión.

– He renunciado a la privacidad, a forjar una carrera por mí misma y no bajo tú sombra...– suspiro– y no siendo poco, has cambiado tu forma de ser por completo debido al éxito.

–¿Me sigues queriendo?– me cuestiona sin rodeo alguno.

– Claro que te quiero, Will– digo entre lágrimas.

– Ey, ey...– susurra– no llores y escúchame.

Él me limpia las lágrimas bajo mi atenta mirada, expectante a su próximo comentario.

– Sé que he sido un idiota contigo– dice Will acariciándome el hombro– pero yo no quiero millones en el banco si no te tengo a tí.

– Sabes que no es cierto Will.

Él toma mi mano y la pone sobre su pecho.

– ¿Notas eso?– pregunta él – así me siento cada vez que paso tiempo a tu lado.

Yo sonrío tímidamente.

– Por eso créeme que no me temblaría el pulso si tengo que decidir entre tú y el dinero.

Él me abraza.

– Te esperaría toda una vida, nena– contesta acariciándome el pelo –toda una vida.

Yo me aferro a su pecho y cierro los ojos escuchando el sonido de su respiración mientras el me acaricia el cabello con delicadeza. Tras unos minutos me separo de él y le miro a los ojos.

Yo sonrío tímidamente.

– Te quiero, pero no puedo estar contigo así, Will. Nuestra relación, de esta forma, me hace daño.

Él asiente con la cabeza.

– Entonces no tenemos nada que hacer aquí – dice con una media sonrisa – será mejor que volvamos a la fiesta.

Yo derramo una lágrima y me levanto dispuesta a conducir hacia el lugar de la fiesta.

Me dolía, pero estaba haciendo lo que Brown me había recomendado hacía apenas unos minutos: o lo tomaba o lo dejaba ir.

Lo estaba dejando ir.

Conduzco hasta el parking en el que hacía unos minutos habíamos emprendido nuestro camino hacia el parque.

Mi vida con ellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora