Fueron suficientes unas cuantas palabras de Giselle hacia los pequeños y sus padres, para que saliera del lugar. Ya había recibido la paga de Ava y se dirigía hacia su auto, en donde Brayden la esperaba recargado mientras se limpiaba los restos de sangre alojados en su frente. Giselle sostenía entre sus manos una botella de cerveza que uno de los padres le había obsequiado, la cual ya comenzaba a beber.
—Brayden, te perdiste de una lluvia de aplausos —dijo sacando de su mochila las llaves del auto y cuidando la botella—. ¿Por qué no regresaste?
—Giselle, sabes muy bien por qué no quise volver ahí... me hubieras prevenido...
—Eso le dio la magia al espectáculo —respondió divertida, al tiempo que abría la puerta del piloto.
—No creo poder soportar otro número así —comentó mientras ingresaba al vehículo por la puerta copiloto. En su voz aún había molestia—. No son adecuados para ellos.
—Brayden, Brayden... —Acentuó su sonrisa. Posó la botella entre sus piernas y encendió el motor—, recuerda las indicaciones que te dí y las condiciones de mi padre.
—Nunca me mencionó, y nunca me contaste, que tendría que recibir esa clase de abusos.
—No lo son —respondió dando una carcajada—, solo se trata de innovar. Hiciste tu mayor esfuerzo... mira, para que se te pase el enojo...
Giselle redujo un poco la marcha del auto, soltó el volante, le entregó la botella a su compañero y sacó, de entre uno de los bolsillos de su disfraz, un pequeño fajo de billetes.
—Mi padre tardará una semana más en pagarte. —Le arrojó el fajo, le arrebató la botella y sujetó el volante—. Te estoy dando un pequeño adelanto. Lo mejor de esto es que él no lo sabe... conmigo tendrás un poco más.
—No puedo aceptar más de lo que acordé con el señor Fremont —dijo causándole cierto gesto de disgusto.
—Llegaste con el objetivo de tener una buena paga, ¿no?, o al menos una decente. Mira, Brayden, tómalo a consideración de lo que acabó de pasar; por haber recibido esos golpes que probablemente hayan hecho cambiar tu forma de verme, o tal vez te hayan dado motivos para que renuncies. Si eso pasa, tardarás mucho en encontrar un empleo, pero con esto no quiero decir que solo te queremos para abusar de tu presencia, porque no será así... esta fue la única vez que recibiste daño.
Eso le pareció justo a Brayden: recibir aquella paga como una disculpa y como un motivo para no ver a la hija de su jefe como la protagonista de una comedia desconocida. Solo prefirió olvidarse de esa situación y asegurarse de que nunca volvería a recibir esa clase de tratos; creería iluso las palabras de Giselle, quien apenas comenzaba una creciente relación con su relato... con una mujer "gustosa del sufrimiento humano".
—Ten, bebe un poco —sugirió extendiéndole la botella—. Olvídate del dolor con esto.
Aquel día laboral ya había finalizado. Brayden se dirigió a casa, parcialmente sobrio, consecuencia de las palabras convencedoras de su compañera y las de Fremont una vez que habían llegado al circo.
Elena no había contado nada a su madre de lo ocurrido en el colegio.
Una vez que la pequeña había llegado a casa, estremecida y cansada por la decena de metros recorridos, se había percatado de la ausencia de su madre, a quien en esos momentos pudiera haberle hablado de la desgracia del colegio.
Sobre la barra de la cocina, Elena había encontrado una nota que le indicaba el lugar en el que estaría la comida, misma que tendría que calentar en el microondas. Por supuesto que era una trampa de desconocidas sustancias que Gianna había puesto para volver a dormirla. Algo que Elena podría agradecer de haber consumido esos alimentos, era que le habían permitido despreocuparse de lo ocurrido en el colegio. Gustosa se sintió su madre al llegar ebria a casa y encontrarse solo con migajas de comida en el plato y en la cocina.
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GUÍAME CON UN SUSURRO
Mystery / ThrillerEl semanario Newirth ha decidido andar tras la verdad del difunto criminal de guerra Alfred Newirth, con el fin de dar explicación a la ola de misteriosos asesinatos en la calle Dittersbach y sus alrededores. «Si el asesino ha muerto, alguien hubo d...