Brayden pasaba un breve pero significativo momento con su hija, quien ignoraba su penetrante olor a alcohol bajo un conticinio desde la comodidad de la habitación de ella. Brayden recordaba la noche de la riña en la arena bajo la carpa, y las cuestiones de su hija sobre su aroma y los moretones en su rostro. Elena no había sido la única en interrogarlo, también Gianna lo hizo, por supuesto que fingiendo decepción y provocando una discusión que los mantendría distantes durante varios días.
Brayden solo había disfrazado su mal aspecto con el hecho de haber sufrido un asalto camino a casa y justificó su embriaguez con un festejo organizado por la familia de Fremont. Elena le creyó rotundamente y le dio el gusto de aprovecharse de su inocencia.
La pequeña deseaba contarle a su padre todo lo que perturbaba su vida. Los susurros en su cabeza la presionaban. Luchaba internamente por mantenerse callada; no obstante, ya comenzaba a aceptar el paso del tiempo que le haría olvidarse de todo.
A pesar de su condición, Brayden no perdía la ternura con que dirigía sus palabras hacia su hija. Le brindó un momento agradable que se vería reforzado por una fotografía de él portando el traje que le había sugerido Giselle.
—¡Luces genial, papá! —exclamó la pequeña esbozando una sonrisa.
—Hacía mucho tiempo que ese circo no ofrecía una función así —comentó Brayden—, y por lo que me ha contado Fremont, asistirá mucha gente. Dentro de dos días podremos pasar un momento juntos, hija, fuera de casa.
—Estoy tan emocionada, papá, pero, ¿irá mi mami también?
—No se ve muy convencida pero espero que pueda acompañarnos —respondió provocándole cierto gesto de tristeza que detonó en una mirada perdida—. ¿Qué pasa, Elena? ¿No te agrada la idea?
—Sí, sí me agrada. Solo que hace mucho tiempo que ella no sale con nosotros, y que no pasamos un momento divertido juntos, los tres. Y es que... no quisiera que este paseo se volviera como el paseo a Dresdner...
—Hija, nada podría salir mal ese día. No tienes por qué preocuparte. Estamos hablando de un circo. Habrá mucha gente divirtiéndose y nada lo podría echar a perder.
«Nada lo podría echar a perder», escuchó Elena el perturbador susurro del viento.
Dos días después
En medio de la localidad sitiada por el vendaval y el olvido, comenzaba el espectáculo más anhelado por el circo Fremont. Fremont le había prestado su camioneta a Brayden para que a él y su hija les fuera posible llegar.
—Ahí está, Elena —comentó Brayden a ella, ambos en el vehículo mientras advertían, metros adelante, la carpa adornada por luces despampanantes de colores y rodeada por globos y renovados letreros que incitaban a la diversión: "Flut Spaß".
La entrada principal ya era recorrida por una no muy grande multitud de visitantes y albergaba una taquilla atendida por Gotinga. Estacionados frente al lugar yacían decenas de autos.
—Es sensacional —comentó Elena, enardecida.
—No pensé que fueran a llegar tantas personas —dijo él asombrado, al tiempo que atisbaba la llegada de más vehículos y el ingreso de los padres con sus hijos al interior de la carpa.
—Me hubiera encantado que mi madre nos acompañara... —agregó la pequeña.
—No quiero que te lamentes por eso, hija. Este día debe ser inolvidable para ti —dijo en busca de algún lugar para estacionarse.
A medida que Brayden se acercaba, su hija más se emocionaba. Tener la oportunidad de asistir a un evento de ese tipo, le permitiría despejar su mente de todo aquello que la había arrastrado a la fatalidad.
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GUÍAME CON UN SUSURRO
Mistério / SuspenseEl semanario Newirth ha decidido andar tras la verdad del difunto criminal de guerra Alfred Newirth, con el fin de dar explicación a la ola de misteriosos asesinatos en la calle Dittersbach y sus alrededores. «Si el asesino ha muerto, alguien hubo d...