Angustiada, Giselle detuvo la marcha del vehículo.
—Es muy probable que se trate de ellos —comentó Brayden contagiado por el pánico de su compañera.
—No podemos quedarnos aquí —dijo decidida a reanudar la marcha del auto.
—Podríamos continuar por la carretera.
—¿Y llegar tarde a nuestro destino? Prefiero pasar a un lado de ellos.
—Es muy arriesgado. —No podía creer la valentía irracional con que ella se estaba armando.
—Será más arriesgado si nos quedamos aquí decidiendo...
Avanzaron con cautela hasta sucumbir ante la alarma. A través del parabrisas apreciaron el vigoroso trayecto de una navaja en el cuello de un inocente sometido por cuatro hombres. Uno de ellos pronto desprendió la cabeza de la víctima con ayuda de un serrucho que pronto se bañó en sangre.
—Tengo que acelerar —sentenció Giselle llamando la atención de los criminales.
Un disparo se escuchó a sus espaldas y alcanzó a golpear el espejo retrovisor. Giselle aceleró a tope para llegar a donde las camionetas. Pasó a un lado de estas sin importarle cualquier daño que pudiera recibir su auto.
Brayden volteó hacia la luneta. Notó el feroz avance de otra unidad y a los desesperados hombres por levantar sus rifles del suelo. Luego una lluvia de disparos se desató.
—¡Será mejor que te agaches! —exclamó ella en su inútil esfuerzo por evadir los proyectiles que penetraban en la carrocería.
Giselle poco a poco recobró la confianza para mantenerse fija en el camino, pero una nueva ola de estruendos provino de otra camioneta que salió del bosque.
—¡Maldita sea! —expresó Giselle, indecisa entre las posibilidades de frenar o continuar su avance. Volvió a agacharse para protegerse sin importarle que el vehículo se acercaba. Un hombre con rifle en mano, salió de entre una de las ventanillas—. Maldita sea, es increíble. ¡Pronto, Brayden, abre la guantera!
Brayden lo hizo: al abrir la puertilla se encontró con un arma semiautomática. Trémulo la tomó y acercó a Giselle.
—¿Qué quieres? ¿Que dispare con los pies? Tú te encargarás de ella, Brayden. ¡Apresúrate!
Sin permitirse vacilar, Brayden sacó su brazo por la ventanilla de la puerta y comenzó a disparar hasta gastar las municiones. Su puntería errada causó daños en el parabrisas ajeno y motivó al atacante a regresar al interior. La lluvia de estruendos cesó. El Audi los pasó rozando por un costado y continuó con su camino a toda marcha.
—Espero no nos sigan —comentó ella tratando de aliviarse con leves carcajadas.
—No puedo creer que estuvimos a punto de... Nunca he tocado un arma —respondió él mientras volvía el arma a la guantera.
—No puede ser cierto —dijo sorprendida—. ¿Cómo es posible que vivas y andes por estos lugares sin un arma?
—Solo me ando con cuidado —respondió tratando de tranquilizarse.
—Sea lo que sea, Brayden, no quiero que mi padre se entere de esto. Me ahorraría muchas palabras y un gran sermón...
—Pero se dará cuenta por los daños del auto.
—Soy buena mintiendo. —Puso atención al retrovisor estrellado pero no encontró ninguna silueta oscura siguiéndoles—. Al menos por mi cuenta, él nunca se enterará.
—Deberíamos llamar a la policía y avisarles que esos desgraciados andan haciendo de las suyas —sugirió de pronto, una vez que atisbaba hacia la luneta para cerciorarse de la ausencia de aquellos.
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GUÍAME CON UN SUSURRO
Mistério / SuspenseEl semanario Newirth ha decidido andar tras la verdad del difunto criminal de guerra Alfred Newirth, con el fin de dar explicación a la ola de misteriosos asesinatos en la calle Dittersbach y sus alrededores. «Si el asesino ha muerto, alguien hubo d...