Capítulo 52

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2 años después.

A lo largo de todos los vecindarios aledaños a Arnsdorf, la cifra de decesos asociados a los grupos que, a la fecha, perdían su faceta de misterio, iba en decremento.

Los cambios considerables se presentaron desde el día en que Fremont logró su objetivo: cierto día, llegó a la calle del vecindario donde Brayden residía. Desde la estancia de su camioneta aguardó el momento en que tuviese la dicha de ver salir a Elena de casa. Para su fortuna, así sucedía: la pequeña salía del inmueble junto a su padre

El rugir del motor y las revoluciones estrepitosas de las ruedas, se hicieron escuchar a unos cuantos metros de la muestra de eterno cariño. Fremont aceleró a tope para embestir a la niña. La altura de la acera no fue impedimento para que la fuerza de la camioneta golpeara a Elena y la lanzara un par de metros adelante.

Brayden no fue capaz de advertir la aproximación de la unidad de la que de inmediato determinó su procedencia y al ocupante. Tratar de salvar a su hija resultaba demasiado tardío. Salvar a la niña, que se había adelantado hasta la acera, resultaba imposible.

Y desde aquel día, Brayden no vería a Fremont y no sabría de él hasta dos años después.

El accidente que pudo haber puesto en riesgo la vida de Elena, fue precursor para el posterior divorcio de Brayden y Gianna. Gianna no se molestó en luchar por la custodia de Elena, ni siquiera en preocuparse por su salud, solo prefería fundirse en los brazos de su amante, bajo un escondrijo desde el que planearía el último golpe.

Internada en el hospital Weimar, en la mancomunidad de Stamberg, durante seis meses, Elena imaginaba el día en que al fin pudiera salir y retomar los más oscuros deseos que había logrado consolidar desde una incómoda camilla entre cuatro amarillentas y antihigiénicas paredes, mientras era rodeado su cuerpo por un conjunto de cables y tubos administrantes de medicinas y nutrientes.

La detección de sustancias desconocidas en su cuerpo, tuvo que prolongar su estadía en el hospital, y un mes después, motivó a su traslado a un hospital psiquiátrico. Lagunas mentales, depresión y principios del síndrome de Urbanch-Wiethe, fueron los problemas diagnosticados en la pequeña.

Su inocencia se hallaba perdida por completo.

Desesperada por salir de ahí, optó por escapar con ayuda de su padre, a quien comenzaba a convertir en el ser humano que ella deseaba, uno capaz de cumplir sus tétricas órdenes.

Luego de haber salido y abandonar temporalmente su domicilio en Arnsdorf, fue suficiente el trascurso de un año para que Brayden se hiciera de "La tumba de nuestro tormento", cumpliendo con ello la primera petición de su hija.

Dittersbach se encontraba listo, y Elena se dispondría a darle el uso que alguna vez anheló, dejarse guiar por los susurros del lóbrego viento que ansiaba arrastrarla hasta el más impío de sus sueños.

—¿Ya has terminado? —preguntó la pequeña a su padre, una vez que él llegaba a su encuentro.

Brayden atravesó el marco de una de las habitaciones dentro del domicilio que daba entrada a los pasillos de las habitaciones bajo tierra, libres de inocentes, pero ocupadas por aquellos que alguna vez cometieron algún crimen en su vida y anduvieron libres por mancomunidades aledañas. Gran parte de ellos pertenecían a los hombres al mando de la persona que él ansiaba volver a encontrar.

Un encuentro repentino que había desembocado en un breve enfrentamiento con Patrick, le hizo dar cuenta a Brayden de que era ese hombre con quien su esposa realmente le había faltado a su matrimonio.

GUÍAME CON UN SUSURRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora