Capítulo 19

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Ensimismada en la incertidumbre, decidió cerrar de inmediato aquel libro y dejarlo sobre la mesa. No habría necesidad de tocarlo hasta el día siguiente, cuando volviera al ático o cuando, creía, podría sentirse mejor y sin algún tipo de confusión. Se mantuvo de pie por un momento, silenciosa, vacilante, sin despegar la mirada de la pasta y con la respiración en espera de relajarse.

Un pequeño golpe se escuchó de pronto en la entrada de la casa, motivando a Elena a salir deprisa del ático. Ya aseguraba la idea de la llegada de su madre o tal vez la llegada de su padre.

Atravesó el pasillo que conectaba las recámaras y comenzó su descenso por las escaleras para llegar a la sala.

—¡Elena! —escuchó un grito mientras culminaba su descenso.

—¿Liam? —se preguntó desconcertada—. ¿Qué haría él aquí a estas horas?

Pasó de largo la sala para dirigirse a la puerta y encontrarse con su mejor amigo, quien aguardaba cerca del umbral.

—Elena... —dijo agitado.

—¿Qué ocurre Liam? —inquirió percatándose de su bicicleta que yacía recostada en el pasillo que conducía al pórtico, y de la densa noche que comenzaba a reinar—. Ya está a punto de anochecer.

—No creerás lo que acabo de ver —respondió ansioso.

Elena pensó que tal vez se trataba de algún avión de colección con un descuento especial que él había visto en alguna tienda.

—No habrás venido aquí para contarme que comprarás un avión para tu colección, ¿o sí? Pudiste haber esperado para mañana.

Un sonido desde lo lejos impidió que Liam respondiera.

Ambos amigos dirigieron sus miradas hacia la calle. Esperaban de nueva cuenta lo que ya habían presenciado: una patrulla policiaca pasaría estrepitosa frente a ellos. Liam tomaría ese suceso como un atajo para llegar al motivo que lo había hecho visitar la casa de Elena.

—A eso me refiero —contestó elevando su voz para ser escuchado, pues el violento sonido de las ruedas de la patrulla ensordecía todo el ambiente.

—¿A una patrulla?

La unidad ya se alejaba de ahí, al tiempo que dejaba un discreto rastro de polvo.

—No solo a la patrulla... Elena, acabo de presenciar un secuestro —soltó causándole expectación.

—¿Hablas enserio?

—No puedes seguir dudando de un piloto profesional, Elena. Verás, me encontraba camino a mi casa. —Comenzó a contar tratando de relajar su respiración aún acelerada—. Había ido a visitar a mi papá a su tienda. De regreso vi a lo lejos una camioneta negra, parecida a la camioneta en la que van a recoger a Chase a la escuela. Luego vi cómo se bajaban de ella un par de hombres que se dirigieron hacía un joven que caminaba por ahí.

—¿Y qué hiciste? ¿Te vieron?

—Pude esconderme detrás de un contenedor de basura. Ellos estaban muy cerca de mí. El sonido de sus ruedas me recordó a las de la patrulla que acabamos de ver, pues se apartó a toda prisa. El barrendero que una vez me decomisó la bicicleta, los vio a lo lejos y llamó a la policía.

—¿Solo viniste hasta acá para contarme? Pudiste haber ido a tu casa, Liam —le reprendió. Ese jovencito vaya que era muy importante para ella.

—No solo fue por eso, mira. —Introdujo su mano a uno de los bolsillos del pantalón—. Cuando se alejaron, pude notar que a uno de los tipos se le cayó este papelito. Me acerqué para tomarlo.

GUÍAME CON UN SUSURRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora