Capítulo I

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- Dylan, papá dice que te apresures.

- Bajo en seguida. - le respondió a su hermana.

Dylan Hale Stilinski, más conocido como el próximo heredero a líder del clan de los doce, empacaba sus cosas para poder mudarse a su nuevo hogar. Observaba con melancolía cada rincón de su habitación. Había pasado los últimos dieciocho años de su vida en esas cuatro paredes compartiendo con todos sus amigos de la infancia, pasando increíbles aventuras cunado se fugaba por la ventana e incluso había dado su primer beso en esa habitación. Extrañaría demasiado la cercanía de su familia, pero él comprendía que su padre debía atender asuntos más importantes en el clan.

Dylan era muy comprensivo en ese aspecto. Era un chico obediente aunque  un poco rebelde de vez cuando. Se parecía mucho a Stiles cuando tenía su edad.

Recogió la última caja que le hacía falta y bajó a la sala en donde toda su familia lo esperaba para despedirse de él y desearle un buen viaje. Los mayores le dieron un abrazo y prometieron irlo a visitar en cuanto pudiera. Después de todo estarían a unas cuantas horas de distancia. Finalmente se acercó a su grupo de amigos que más bien eran como sus hermanos pues habían crecido juntos.

- Cuidate mucho quieres, no te consigas a otra mejor amiga porque te asesinaré. - le dijo Kaila, la hija de Scott. Ambos habían desarrollado un lazo tan grande como el de sus padres. Era a ella a quien seguro extrañaría más pues era quien lo aconsejaba y escuchaba atentamente sin importar que.

- No te preocupes nadie podrá ocupar tu lugar nunca. - le respondió.

- No te metas en problemas Dylan, pero si alguien te molesta no dudes en llamar que iré en seguida a romperle el trasero. - le dijo Owen, el hijo de Lydia. Owen era muy sobreprotector con todos en especial con Dylan. A veces podía ser un chico inocente y fácil de manipular.

- Descuida te llamaré si es necesario Owen.

- No te olvides de nosotros Dylan, sabes que siempre seremos tu familia y estaremos para ti cuando lo necesites. Y por favor cuida de los trillizos y de Félix sabes que se meten en problemas muy fácil.- le dijo Layla, la hija de Isaac.

Félix era el hijo de Liam y Benji quien había heredado parte de las habilidades mentales de su padre. Ellos los acompañarían a las tierras del clan pues eran como las manos derechas de sus padres.

En cuanto a los trillizos, pues a veces eran un dolor de cabeza. Briana era la mayor de los tres y le hacía honor a su nombre pues era la más fuerte de los tres. Bina era la segunda de los tres y era las más estratégica e inteligente de los hermanos y por último estaba Galen, también conocido como Gale, era quizás el más interesante de los trillizos. Briana cambiaba sus ojos esmeralda a un color ámbar lo cual le permitía controlar la tierra misma y aumentar su fuerza sin ningún límite. Bina cambiaba sus ojos celestes a un color grisáceo que le permitían leer los movimientos de sus contrincantes e incluso detectar sus debilidades para lanzar ataques certeros en esos puntos. Sin embargo, era Galen quien había heredado el extraordinario poder de Stiles. Sus ojos avellana cambiaban al verde encendido de los de de su padre permitiéndole controlar a cualquier ser vivo y por su puesto sanar e incluso revertir a la muerte misma.

Contrario a sus hermanos Dylan tenía problemas serios para controlar sus habilidades. Desde niño había sabido que sentía una extraña atracción por el océano, los lagos, los ríos más bien era una extraña atracción por el agua. El control que podía ejercer sobre ella les había quedado claro el día que habían nacido los trillizos cuando pudo caminar sobre el lago e incluso formar un enorme remolino.

Sin embargo, después de ese día, controlarse había sido un desafío para él pues ante cualquier emoción fuerte perdía el control. En sus entrenamientos había llegado a lastimar a los demás debido a que el agua podía tornarse agresiva si intentaban lastimarlo, era como si lo protegiera involuntariamente. Además había inundado su escuela en una ocasión que perdió el control. Cada lavamanos, sanitario, tubería y cualquier conducto de agua había estallado en cuestión de segundos a causa de su descontrol. Es por ello que Dylan trataba de reprimirse a sí mismo para evitar lastimar a los demás. Solo cuando estaba solo y alejado de todos podía practicar y eso le había ayudado de gran manera.

Pero no todo era malo pues había descubierto una característica muy peculiar en su poder. Las emociones podían descontrolarlo, pero también hacerlo más fuerte. Podía sanar y detener los efectos de la muerte al igual que Galen y Stiles utilizando el agua. Ese era un pequeño secreto que guardaba para sí mismo. Solo había una persona que conocía su secreto y era a quien había salvado al utilizar ese poder. Finalmente llegó con Marcus, el hijo de Boyd, quien tenía un mensaje que darle.

- Lo siento, él no quiso venir. Traté de convencerlo, pero fue inútil. Aún así quiero que sepas que te deseo un buen viaje y estoy seguro que Harsh también te lo desea.

- Descuida, sabía que no vendría. Aún así ¿puedes darle esto por mí? - le entrego una carta.

- Lo haré.

El mejor amigo de Marcus era Harsh, un chico atractivo, atlético, popular y capitán del equipo de Lacrosse. Era el sueño de cualquier chica y seguro hubiera sido el novio de Enid, la más bonita de la escuela. Sin embargo, Dylan se cruzó en su camino. Nadie hubiera imaginado que en ese inocente viaje al lago Harsh descubriría sus sentimientos por Dylan luego de que este lo salvará de morir a causa de la mordida de una serpiente venenosa.

Harsh había descubierto de que detrás de la tierna e inocente mirada de ojos azules de Dylan se escondía aquel que fue hecho para estar junto a él. Sin embargo, el chico prefería mantener en secreto su relación con Dylan lo cual aceptó sin ningún reproche hasta que la noticia de la partida de los Hale llegó.

Dylan se merecía alguien mejor que él y si al dejar que este partiera podría encontrarlo no le negaría esa oportunidad. Había terminado con él basándose en la idea de que Dylan sería más feliz sin él. Aunque para el príncipe era todo lo contrario.

La familia de Stiles subió al auto y emprendieron su viaje acompañados de otros autos llenos de betas para proteger a la familia real. Dylan vio por el retrovisor como toda su familia se despedía de ellos lo cual terminó por romper su corazón.

Vio el cartel que indicaba la salida de Beacon Hills y no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas. Extrañaría su hogar, su familia, sus amigos, extrañaría a Harsh.

- Hasta luego. - dijo en voz baja para que nadie pudiera escucharlo.

Mientras tanto, en las tierras del clan, él se alegraba de que Stiles por fin se atreviera a mostrar la cara. Finalmente podría tener lo que quería y para lograrlo debería herir al rey en donde más le dolía.

- Que comience tu infierno, Dylan.

Un príncipe peligroso II: DylanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora