Al principio deseé estar muerto.
Me arrepentía de cada decisión que me había llevado hasta ese momento. El instante en el que mi cuerpo quedó sumergido por completo en la Semilla, lo único que quedó de mí fueron fantasías sobre la muerte. Vivir aquel dolor y someterme a aquel conocimiento fue suficiente para doblegar mi voluntad. No tenía forma de combatir el desgarrador abrazo de la Vida. No había esperanza para mí. Solo era una pieza del engranaje que Fálasar había creado y que solo él era capaz de endurar.
¿Qué sería de mí? Maldito hasta el final de los tiempos. Lamentando mi existencia. Anhelando el dulce sueño eterno.
Pero en la hora más oscura, cuando el sufrimiento amenazaba con arrebatarme la cordura, me deslumbró una luz que resplandecía cálida y familiar. Aquella brillante estela comenzó a extenderse y engullir la oscuridad. El tenue rayo de esperanza pronto se convirtió en un sol ardiente. Su brillo me cegó y el dolor se deshizo. Cuando abrí los ojos, todo había cambiado.
El sol lamía sendas filas de árboles y los anaranjados colores del ocaso fintaban ágiles entre sus ramas. Las sombras se mecían adormiladas con la suave brisa del verano y la calle entera recibía el débil calor de la tarde. Las nubes, altas en el cielo, formaban un gran vitral que capturaba y reflejaba los rayos de luz. Me llegaban todo tipo de olores reminiscentes del hogar y una inexplicable paz brotaba de mi pecho. Su calidez se extendía por todo el cuerpo y me sentía arropado por una fuerza invisible. Estaba en casa.
—¿Qué haces allí fuera? Ven, te estamos esperando —dijo Peter, plantado en la puerta, haciéndome señas para que me acercara.
Crucé ensimismado el sendero del jardín y subí el par de escalones de la entrada. Peter me abrió la puerta con una sonrisa.
Entré como flotando en una nube, seguido de mi amigo. Crucé el pasillo, guiándome por el sonido de voces alegres y familiares. Como tantas otras veces había hecho, giré en dirección al salón, de donde provenía todo aquel alboroto. Y entonces se me dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
—¿A dónde habías ido? —dijo Nathan, sentado en la mesa junto a Julie y Ella, antes de lanzarme una lata de cerveza—. Justo les estaba contando a las chicas cómo os salvé el culo a todos en la batalla de Fávex.
Will y Chloe, acurrucados en el sofá, negaron burlescos y protestaron entre risas.
—Lo que no os cuenta es que tenía que estar más pendiente de él que de nadie con mi Visión —dijo Chloe, gesticulando con grandeza—. Se te habrían zampado más de una vez si no te hubiera avisado.
Nathan se rascó la cabeza incómodo, mirando a Ella de reojo.
—Bueno, en realidad los veía venir...
—Por no decir que no lo estaría contando si mis monstruos no le hubieran sacado de más de un apuro —añadió Will, rascándose con sorna la barbilla.
Nathan dio un trago a su bebida.
—Están confabulando contra mí, no les hagáis caso —dijo dirigiéndose a las chicas.
Peter pasó por mi lado y se dejó caer en un sillón junto al sofá.
—La verdad es que Brian se lució como el que más, controlado una bandada gigantesca de pájaros llameantes.
—Oh, como para olvidarlo —dijo Nathan, asintiendo con los ojos en blanco—. Hasta les hizo adoptar la forma de un fénix en llamas en mitad de la batalla. No era muy necesario eso. A no ser que el punto débil de esos monstruos fueran las entradas dramáticas, solo lo hiciste para fardar.
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Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De Fálasar
FantasySEGUNDA PARTE DE "LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX" NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA PORQUE CORREIS EL RIESGO DE NO ENTERAROS DE UNA MIERDA :) Sinopsis: La agobiante experiencia que supone cruzar el portal a Ra'zhot no será sino el primero del cúmulo de i...