Mi mente fluía como el agua de lluvia en una caña de bambú. De un lado a otro, una y otra vez.
No sabía cuándo estaba despierto, los sueños podían o no ser la realidad. Yo no era más que un mero espectador. En la realidad estaba esposado, en un sueño estaba sujeto por cadenas a una pared. En un sueño estaba solo, en la realidad había más gente a mi alrededor.
No. ¿Qué era sueño y qué era realidad?
Dimaeh volvió a hablar conmigo y me hizo más preguntas, pero no podía abrir la boca para contestar. Estaba demasiado agotado. Abigail no tenía el colgante en forma de media luna de su abuela. La media luna siempre la acompañaba, pero ahora estaba sola.
¿Por qué no la llevaba? ¿Por qué cree que fuimos solo amigos? ¿Por qué no habla como Abigail? Porque ella no es ella, es Dimaeh, pero no se trata de eso.
¿Por qué no sé cuándo estoy despierto? ¿Por qué a veces me veo hablando con Abigail? Veo dos personas y una soy yo. Eso era.
No podía soportarlo más. Cerré los ojos y pensé en lo único real. Aquello que me hace aferrarme siempre a la realidad. El dolor.
¿Por qué no sentía dolor? Solo agotamiento, sueño y confusión. Yo conocía el dolor, formaba parte de mí.
Me centré en él. Lo busqué y no tardé en encontrarlo. Hacía mucho que no nos veíamos, me había echado de menos. Dejé que pasara, lo abracé y prometí que no volvería a soltarlo.
Estaba a la deriva y el dolor era un tronco que podía llevarme hasta la orilla.
***
Me desperté en un grito que reverberó contra cada una de las paredes que me mantenía captivo. El calor se extendía por todo mi cuerpo, el dolor que llevaba mi nombre, y los ojos llameantes que llevaban el de Fálasar. Ildonil y sus acompañantes retrocedieron de un salto.Fue entonces cuando el primer atisbo de comprensión iluminó mi visión. Estaba arrodillado, con las manos atadas a gruesas cadenas que seguían hasta fundirse en la pared. Por encima de mi cabeza, una minúscula ventana dejaba escapar un halo azulado, dejándome inmerso en un círculo de luz. Era la primera vez que me sentía realmente con los pies en la realidad. Lo sabía porque aquella ira no existía en los sueños.
—¿Qué me habéis hecho?
El viejo mago hizo una seña a los demás, que se quedaron petrificados en el lugar. Ildonil avanzó un paso.
—Ahora hablaremos. Antes debes calmarte.
Sonreí, e Ildonil se estremeció.
—Pero estoy calmado, mago —De un fuerte tirón, arranqué de su soporte la cadena de mi brazo izquierdo—. Estoy tal calmado que deberíais preocuparos.
Uno de los magos hizo ademán de levantar la mano contra mí, pero Ildonil le detuvo.
Me liberé el otro brazo, arrancando la otra cadena de la roca. Con la soltura de un tigre al estirarse, sin permanecer un segundo más arrodillado, planté los pies en el suelo.
—Salid —susurró el mago. Los demás se mostraron reticentes, pero este insistió entre dientes—. ¡Ahora!
Por fin solos, Ildonil hizo ademán de acercarse.
—Me imagino que querrás soltarte de los grilletes.
El tono era despreocupado y pausado. Como le hablarías a un animal si te encontraras arrinconado. De una sacudida, hice estallar el extremo de la cadena contra su hombro. El anciano cayó de bruces contra el suelo, y se retiró hasta dar con la pared.
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Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De Fálasar
FantasíaSEGUNDA PARTE DE "LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX" NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA PORQUE CORREIS EL RIESGO DE NO ENTERAROS DE UNA MIERDA :) Sinopsis: La agobiante experiencia que supone cruzar el portal a Ra'zhot no será sino el primero del cúmulo de i...