CAPÍTULO 35

372 38 32
                                    

Cuando llegamos al puerto, los demás ya estaban allí.

Mercalia era una ciudad costera muy importante. Famosa no solo por el vasto universo que encerraba sus calles, un comercio único y variopinto, sino también por su ubicación. Mediante el estrecho de Feryl, la ciudad mercante conectaba con Myrleia, la capital del reino del sur. Y tampoco hacía falta desviarse demasiado hacia el este para llegar a o'Lyr, la academia de Fávex para los grandes talentos del reino; magos, eruditos, futuros soldados, artistas... La facultad anteponía las aptitudes y el conocimiento sobre el poder adquisitivo o el apellido, por lo que las relaciones de mecenazgo eran muy comunes. No era extraño que uno de ellos encontrase un joven talento en las calles de esta ciudad.

Además, Mercalia formaba parte de la ruta común de cualquier viaje que pretendiera cruzar el estrecho del océano Mudo. Eso la convertía en un nexo entre el gran reino de Fávex al noreste y el antiguo Feryl al suroeste. Una tierra de nadie y de todos. Un símbolo de paz entre dos potencias que compartían un sanguinario pasado.

—Los registros históricos antes de Fálasar son muy vagos —continuó el soldado, pasando por delante de docenas de pequeños y grandes navíos atracados en el puerto—. Pero es bien sabido que Fávex y Feryl lucharon por el dominio del mundo conocido. Desde el infinito desierto más allá de las cordilleras de Fávex hasta las abruptas montañas que conforman la Cima del Relámpago. Los reyes de ambos reinos estaban obstinados en aplastar al otro, el odio se heredaba de generación en generación, y el mundo vivió sumido en guerras y conflictos durante muchos siglos. Ahora la recordamos como La Guerra Interminable, aunque es irónico, pues sabemos mejor cuando terminó que cuando empezó. Esta ciudad emana ese pasado y al mismo tiempo lo desecha. Por eso es tan maravillosa, si pasamos por alto los precios que te clavan.

—¿Cómo terminó? —pregunté apresurado, intuyendo que aquel hombre dejaría de ser un elocuente cuentacuentos el instante en el que alcanzáramos nuestro barco.

—El mundo entero tembló con la ascensión de Fálasar. Las disputas territoriales y los rencores del pasado nada tenían que ver. La historia nunca fue testigo de mayor amenaza que el Señor Rojo. Fávex y Feryl, así como los pueblos libres, se vieron obligados a unir fuerzas para prevalecer. El mundo lucharía como uno solo o perecería bajo el yugo de Fálasar. Y aquí estamos. Viajando al confín del mundo para hacer historia. Para liberar Ra'zhot del terror que por siglos se arraigó en cada uno de nosotros.

Cuanto más aprendía sobre Ra'zhot y su historia, mayores dudas albergaba.

En Fávex tuve la oportunidad de apreciar un esmerado mapa del mundo, deambulando ensimismado por los distintos corredores del palacio. Me pareció curioso. Daba la impresión de que todavía quedaba mucho por descubrir; tras la Cima del Relámpago, más allá de las montañas de Fávex o de los pueblos del norte, el este inexplorado... Pero todos coincidían en que no había nada por ver. El infinito océano y áridas tierras castigadas por los fenómenos de la naturaleza.

—Esperemos que a Fávex y Feryl no les dé por retomar viejas costumbres tras cumplir nuestra misión —dijo Nathan, sonriendo con amargura para sí mismo.

El soldado carraspeó.

—Acabar con Fálasar sellará la paz entre ambos reinos. El mundo entero sueña con la libertad. Y será Fávex el emblema de semejante hazaña. Quizás así la concordia sea próspera y duradera.

No estaba tan convencido de eso, y por su tono de voz, deduje que el soldado tampoco. Pero el carro se detuvo y el ambiente del puerto volvió a reanudarse en mi cabeza. Pájaros silbando, barcos zarpando, hombres gritando por doquier y cientos de transeúntes desplazándose como hormigas de un lado a otro.

Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De FálasarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora