Tras una semana de viaje, por fin habíamos alcanzado Mercalia.
En apariencia éramos un grupo reducido, no nos convenía llamar la atención. Tirigan todavía andaba suelto y era impredecible. Aunque en el fondo sabíamos que no volvería a atacar. Nuestro destino era la cima del relámpago, y aunque esa fuera la voluntad del bendecido, también lo era de Fálasar. Nadie nos impediría llegar hasta allí. Y esa era mi mayor inquietud.
Por primera vez, el mundo entero se había puesto de acuerdo. Las lunas pasaron a tocar las mismas notas y cantar juntas una única melodía. Las estrellas por fin bailaban en armonía.
La orquestra del firmamento llegaba a su fin.—Tiene sus ventajas ser los protegidos del rey —dijo Nathan, por encima de las sacudidas del carro y el ajetreo de la ciudad.
Señalaba en dirección a un ostentoso edificio de tres plantas. Se trataba de la posada en la que pasaríamos la noche.
Con la llegada del atardecer el sol nos sonreía desde lejos, aunque pronto dejaría de hacerlo. Salimos de los caminos para llegar a la ciudad justo a tiempo.
Se trataba de una procesión formada por tres carruajes, alejados los unos de los otros y bien distintos entre ellos. Las comunicación se mantenía mediante un pergamino encantado obra de los magos. Ambas partes debían tener uno. Bastaba con escribir el nombre del destinatario y el mensaje para que las palabras viajasen de un pergamino a otro. Tras leerlas se desvanecían, para salvaguardar su contenido de ojos ajenos. Por si eso fuera poco, nos seguían de lejos soldados a caballo, dispersos en una amplia formación.
Todo estaba dispuesto para alcanzar nuestro destino cuanto antes.
En el primer carruaje tan solo íbamos Nathan y yo, a excepción del soldado que hacía de conductor. En el segundo, Chloe y Will. Finalmente, Peter y aquellos señalados por el propio rey. Un grupo compuesto por dos magos y tres soldados de élite. Uno de los magos estaba especializado en magia curativa y el otro en magia de combate. No hace falta aclarar en qué se habían especializado los otros tres.
—No me gusta que vayamos a alojarnos en distintas posadas —murmuré, hablando más para mí que para Nathan.
Mi amigo echó la vista por encima del hombro, antes de lanzar un profundo suspiro.
—A mí tampoco. Pero no tendría sentido seguir esta formación si nos plantamos todos en el mismo lugar.
—Eso ya lo sé —dije en voz baja, preguntándome si el soldado podría escucharnos sobre el ruido de la muchedumbre en las calles—. Pero sabes bien que las cosas podrían torcerse en cualquier momento. No nos conviene estar alejados.
Nathan apartó la mirada con desgana. Sabía de sobra lo que estaba pensando. No me sorprendió cuando dijo:
—No entiendo por qué razón confías más en Boris e Ildonil que en el rey y Peter. Aunque estos nos oculten cosas, ¿qué te hace pensar que los dos magos no tienen intenciones ocultas también? Lo único que sabemos es que debemos llegar a la cima del relámpago para poner fin a esto.
Me recosté abatido en mi asiento. No le faltaba razón. Sabía de sobra que los únicos en los que podíamos confiar éramos nosotros mismos.
—No he dicho eso, Nathan. Sé que estamos jugando a un juego peligroso. Quizás ni siquiera hicimos bien al embarcarnos en este viaje. Pero necesitamos respuestas. Necesitamos saber la verdad y darle un sentido a todo esto. Hasta entonces no habremos terminado.
—¿Y para hacerlo tenemos que seguirles la corriente a todos? —preguntó con media sonrisa.
Sonreí de vuelta con picardía.
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Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De Fálasar
FantasiaSEGUNDA PARTE DE "LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX" NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA PORQUE CORREIS EL RIESGO DE NO ENTERAROS DE UNA MIERDA :) Sinopsis: La agobiante experiencia que supone cruzar el portal a Ra'zhot no será sino el primero del cúmulo de i...