CAPÍTULO 3

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Permanecí en silencio varios minutos, sin mover un dedo, contemplando la rendija por la que atisbaba un tímido deje del exterior. El corazón me latía con fuerza y mis pensamientos eran desordenados y caóticos. ¿Cómo me había metido en este lío? ¿En qué momento empezó esto? ¿Cuando dejé de preocuparme por mi vida en el instituto y empecé a preocuparme por mi vida propiamente dicha? ¿Y qué rayos acababa de pasar?

Solté un suspiro, tratando de controlar la respiración, y me tendí de nuevo en el suelo, abatido. ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Qué querrían de mí? ¿Dónde estaba?  ¿Dónde estaban mis amigos? Me llevé las manos a la cabeza y me froté la sien, angustiado y asustado. No sabía si hacía bien en mentir, no sabía si debía confiar en alguien ni si había alguna forma de salir de esta. Pensé en la criatura que me había atacado y deseé con todas mis fuerzas que fuera la única. Imaginar que fuera de aquella tienda paseaban a sus anchas esos monstruos no era una idea muy alentadora.

Pensé en lo que acababa de pasar, en lo que me dijo Tirigan y en el incidente con aquella insufrible joven. Traté de serenarme y pensar; solo pensando saldría de esta. Tirigan dejó caer que sospechaban algo de mí. Algo sobre mi condición. ¿Serían estos poderes que me atormentan algo controvertido en Ra'zhot? Había historia detrás de todo esto, debía haberla, pero Rylio no llegó a contárnosla. Además, seguía reacio a confiar en su palabra. Mintió y engañó con suma facilidad durante bastante tiempo. Podría fácilmente seguir haciéndolo. A lo mejor esas criaturas ni siquiera llegaron allí por casualidad, a lo mejor él mismo las envió para presionarnos a refugiarnos en Ra'zhot, tal y como quería desde el principio. Pero no... siempre podía simplemente habernos hecho cruzar el portal a punta de pistola. No, detrás de esas criaturas había algo más. Debía haberlo.

La cuestión era que mi condición parecía despertar interés. No sabía que si ganaría más confirmando sus sospechas o tratando desmentirlas. Aunque dudaba que pudiera desmentir nada. Bastaba con hacerme sentir una emoción fuerte o ponerme en peligro para que mostrara, sin poder evitarlo, mis poderes. Emociones fuertes no me faltaban; enfado, miedo, frustración, desesperación... Y desde luego, me sentía constantemente en peligro. Si querían sacar a luz mi naturaleza, no lo tendrían muy difícil.

Un destello de luz irrumpió mis pensamientos. Me incorporé a tiempo para ver una figura apartarse de la tienda. En el suelo de la entrada había un cuenco que no estaba allí antes, junto a una taza de cerámica. Un curioso olor azotó mis fosas nasales. Me incorporé con cautela y me acerqué al cuenco. Comida, era comida. Di un suspiro. Llevé el cuenco, junto a la taza de agua, hasta mi rincón, me senté cruzado de piernas y lo contemplé con atención. Mis tripas emitieron un poderoso gruñido y el olor me hizo la boca agua. Me pareció que había pasado una eternidad desde mi última comida, y me di cuenta que pese a la poción que me dio aquel chico, seguía hambriento.

Se trataba de una especie de sopa, dentro de la cual había un trozo de carne y algo parecido a pan, todo mezclado con torpeza. No me lo pensé dos veces. Si fueran a matarme lo harían con más gracia que envenenando la comida. Bebí la sopa como si se tratara de un vaso de agua, a medida que pegaba sendos mordiscos al pan y el trozo de carne, que tenía un sabor parecido al pollo, pero algo salado y más duro. Me bebí el agua de un trago y antes de darme cuenta permanecía tumbado en el suelo, con la barriga llena y la sed satisfecha. Vacié mi mente por un instante y me dediqué a disfrutar de aquellos minutos de alivio. Pasó una hora, en la cual volví a darle vueltas a mis preocupantes asuntos, hasta que alguien irrumpió en la tienda.

Me incorporé de golpe y solté un suspiro de desagrado, sin poder evitarlo. Era la chica de cabello plateado. No pareció inmutarse lo más mínimo por mi reacción.

—¿Has recordado ya qué pretendes, Fersir?—masculló con aquella voz fría y cortante.

—No pretendo nada —contesté al instante, sonando más beligerante de lo que me convenía.

Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De FálasarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora