No hablamos demasiado durante el camino hacia Selitya.
A la tensión que se había generado tras la discusión se le sumaron el hambre y el cansancio, de forma que la charla estaba lejos de ser una prioridad.
Yo, por mi parte, estaba hecho polvo. Todas las pericias y el cúmulo de emociones que estas generaron desde mi llegada a Ra'zhot, en un tiempo récord, me estaban llevando a una sensación de cansancio y fragilidad constantes. En los últimos días, había estado a punto de morir varias veces y lo medio conseguí una de ellas. Me había llevado numerosos sustos y no menos sorpresas, demasiadas en muy poco tiempo. Había aterrizado de un batacazo en este mundo, y aquel resultó ser el menos duro de todos los que lo precedieron. Golpe tras golpe y los que suponía que me faltaban por encajar.
Pero, a pesar de todo, la perspectiva de tener un objetivo, uno tan grande como lo es encontrar las personas a las que quiero, me daba fuerzas renovadas. Al igual que una brisa intrusa que me obligaba a permanecer erguido en medio de la tormenta. Un lazo invisible que haría que encontrara mi camino por muy perdido que estuviera. La luz que me guiaría a través de un cielo sin estrellas. Sabía que, de alguna forma u otra, me reuniría con ellos.
No me quejé en ningún momento durante la pesada caminata, consciente de que aprovecharía la ocasión para recordarme que aquello era culpa mía; yo había rechazado sin inmutarme el caballo. El camino a través de la pequeña estepa ascendía ligeramente. El sol bañaba con pasividad el estéril terreno, erosionado y dominando por algunos hierbajos y arbustos espinosos muy escasos. Parecía mentira que en un extremo se elevaran las montañas y en el otro hubiera una ciudad. El terreno parecía haber sobrevivido a duras penas a siglos y siglos de crueles pruebas de la naturaleza. Casi dolía imaginarse que, en un tiempo remoto, habría sido una zona rebosante de vida que delimitaba con elegancia la pequeña ciudad de la inamovible cordillera. No podía explicarlo, pero sentía que el actual aspecto de aquel lugar no era el que le correspondía.
Seya paseaba la mirada de un lado a otro, ensimismada, perdida en algún rincón de su mente, uno muy lejano y remoto al presente.
Recién llegado el mediodía, la ciudad apareció sin previo aviso a lo lejos, ocupando una depresión del terreno igual de estéril que el resto, por lo que quedaba rodeada y hundida, como un anfiteatro poco pronunciado. Estaba formada por pequeños edificios cuadrados, a excepción de uno que se imponían con orgullo sobre sus congéneres.
El calor de la lejana estrella producía tímidas ondulaciones sobre la superficie de la ciudad. Solo nos detuvimos un segundo al divisarla, y conscientes de que ya estábamos en el último tramo del camino, iniciamos hambrientos y sedientos el descenso hacia Selitya.
—¿No debería estar amurallada o algo por el estilo? —solté a medio camino de nuestro ansiado destino.
Seya me miró ceñuda y enfocó Selitya con el mismo ánimo.
—Solo mírala. ¿Quién se molestaría en atacarla?
—Eso mismo pensaba yo antes de que me secuestraran —contesté con una sonrisa burlona, tratando de amainar un poco el muro que estábamos empezando a construir entre nosotros. Era preferible llevarnos bien si íbamos a ser compañeros de viajes durante los próximos días—. Cualquier cosa puede volverse realmente importante si se dan las condiciones necesarias.
La chica de cabello plateado torció el gesto, pero noté como relajaba el semblante.
—Eso último que has dicho casi podría considerarse sabio. Intenta seguir esa estela, Brian Blake.
No estaba sonriendo como tal, raras veces lo hacía, pero era evidente que aquel tipo de humor reservado era señal de que intentaba ser agradable. Decidí no estropear el momento y me limité a soltar aire con una mueca, haciendo parodia de mi inexistente indignación.
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Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De Fálasar
FantasySEGUNDA PARTE DE "LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX" NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA PORQUE CORREIS EL RIESGO DE NO ENTERAROS DE UNA MIERDA :) Sinopsis: La agobiante experiencia que supone cruzar el portal a Ra'zhot no será sino el primero del cúmulo de i...