Al día siguiente nos dispusimos a seguir nuestro viaje, firmes y decididos.
Ahora conocía los peligros que se me presentarían nada más acercarme a la capital, por lo que continuar con aquella pequeña aventura requería un valor que hasta el momento ignoraba felizmente. Seya, la noche anterior, me había dejado claro que el rey podría actuar de muchas formas contra nosotros, y que había pocas posibilidades de que estuviera dispuesto a escucharnos. El odio del soberano y su pueblo hacia Fálasar rozaba el fanatismo, y sus ideas eran tan extremas como las de los propios súbditos del Señor Rojo, aunque totalmente opuestas. Eso implicaba que, aunque mis amigos hubieran conseguido reunirse en el punto de encuentro, corrían un inminente peligro. La incertidumbre me hacía desear con desesperación llegar a Fávex lo antes posible, a pesar del miedo que me infundía la idea.
El miedo. Había convivido durante tanto tiempo con él, retenido por sus pesada cadenas, que la propia percepción de este había cambiado. Antes, para hacer acopio de cualquier tipo de valor, debía forcejear con aquellas cadenas, zarandearlas y tirar de ellas con todas mis fuerzas, con tal de poder llegar más allá. Sin embargo, a estas alturas, las había forzado tanto que había arrancado la pared misma. El miedo no era más que un lastre del que no tenía forma de escapar, pero cuyo peso había aprendido a sobrellevar. Lo arrastraba con pesar, pero con la suficiente determinación para avanzar más allá de mis propios límites. Y a cada paso que daba, las propias cadenas borraban la última meta, obligándome a avanzar hacia la siguiente. Y cada paso era el valor; cada zancada, el coraje. El miedo se había convertido en una fuerza ambigua. La misma fuerza me gritaba para volverme y regresar sobre mis pasos, huir de cualquier peligro. Pero, al mismo tiempo, se contradecía para que no me detuviera. Miedo a perder a mis amigos, miedo a no regresar a casa, miedo a quedarme solo. El valor no era más que una ilusión. Era el miedo adquirido, disfrazado con picardía, imponiéndose sobre el innato. No se puede ser valiente si no se tiene algo que perder, algo por lo que valga la pena luchar; yo tenía todo eso y mucho más. Y por esa razón, el miedo se había convertido en mi más fiel aliado.
—¿Brian?
La voz de Seya me arrancó con violencia de mi ensimismamiento.
Nos encontrábamos atravesando la plaza a través de uno de sus ajardinados senderos, en dirección a la taberna en la que encontraríamos nuestro conductor. El calor de la noche anterior había sido sustituido por una suave brisa, dotada del frescor propio del amanecer. El rocío acariciaba con parsimonia la ostentosa vegetación, dotando el ambiente de una humedad que desafiaba con osadía el resto del paisaje. El aire se sentía puro e imperturbable. Los grisáceos colores del amanecer caían con elegancia sobre los edificios cercanos, que custodiaban la plaza en un perfecto círculo. El cielo estaba desprovisto de nubes y emanaba una inmensidad que empequeñecía toda alma, pero que la llenaba de alegría por tan exclusivo espectáculo. Me había perdido sin remedio contemplando la estatua de Selitya, y al volverme hacia mi amiga, la sensación tardó un instante en disiparse.—Sí, sigamos —murmuré de forma monótona, dirigiendo una última mirada a la enorme guardiana de mármol.
Entramos en la taberna con cierta incertidumbre bien disimulada. Todavía cabía la posibilidad de que el carromato ya no aceptara nuevos viajantes o de que el conductor hubiera decidido partir aún más temprano. En cuanto cruzamos el umbral del local y cerramos la puerta tras nosotros, cualquier duda, al igual que los últimos indicios de la noche, se esfumó sin remedio. Al vernos, el tabernero abrió la boca para hacernos alguna indicación, pero lo que quiso decir, nunca lo supimos.
—¡Allí está la pareja de aventureros! —exclamó una voz en un extremo de la estancia.
El tabernero se mordió los labios y siguió limpiando una gran jarra de cristal con más brío del necesario.

ESTÁS LEYENDO
Las Crónicas Del Fénix II: La Ascensión De Fálasar
FantasySEGUNDA PARTE DE "LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX" NO LEER SI NO SE HA LEÍDO LA PRIMERA PORQUE CORREIS EL RIESGO DE NO ENTERAROS DE UNA MIERDA :) Sinopsis: La agobiante experiencia que supone cruzar el portal a Ra'zhot no será sino el primero del cúmulo de i...