CAPÍTULO 4

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Me encontraba nuevamente frente a la doctora Carter que me observaba en silencio mientras tomaba algunas notas en su libreta; pero, realmente no me importaba lo que ella pudiera pensar de mí ni a que conclusión pudiera llegar.

Si había una cosa que no entendía y en la cual no creía en lo absoluto, esa era la psicología; en mi opinión, un médico no podía simplemente agruparnos en patologías y trastornos, todos éramos seres íntegros, diferentes y únicos; ella no podía solo meternos a todos en el mismo saco y decir que por tener una enfermedad, éramos lo mismo.

Si, era cierto que compartía algunos rasgos con otros pacientes con el trastorno explosivo intermitente, pero yo era yo y nadie debía atreverse a sugerir o afirmar lo contrario; si alguien pudiera describirme, probablemente utilizaría estas palabras...

Impulsivo, violento, despiadado, controlador, irritable y muchas otras que sonarían más como un insulto que como una descripción; pero cada una de esas palabras estaba arraigada en quien era y eso no me avergonzaba.

Mis impulsos me habían llevado a tener lo que quería, mi violencia y mis arrebatos de agresión fueron para proteger mis deseos y mantener todo lo que había conseguido; tal vez para las personas externas, yo no era más que un loco que representaba un gran peligro para este mundo, pero mi locura era mi mejor característica.

Aunque... si bien yo no me avergonzaba de mi locura ni me importaba ser como era, tenía que admitir lo dañado que me encontraba; era una persona tóxica que contaminaba todo a su alrededor; yo no tenía limites, no tenía escrúpulos ni una conciencia a la cual aferrarme; si alguien trazaba una línea, me aseguraba de cruzarla y aunque esa era una de las cosas que más me gustaban de mi persona, no siempre era un rasgo positivo.

Después de todo, mis decisiones apresuradas e irracionales habían terminado por traerme y encerrarme en este lugar; pero lo peor no era eso, sino que era consciente que cuando saliera, volvería a tomar las mismas decisiones y no me detendría a considerar si eran o no una buena opción; porque así era yo... no tenía una contención, no tenía nada que pudiera detenerme y siempre creía tener la razón absoluta sobre las cosas, aunque en verdad no la tuviera.

Sabía que todo lo que decían de mi era cierto, desde hace muchos años había aceptado que las palabras que usaban las personas para describirme, eran precisas; yo era autodestructivo, era volátil y acababa con todo lo bueno que pudiera existir a mi alrededor; si había algo de luz, me encargaba de extinguirla y si alguien se oponía, lo destruía.

-        Me gustaría que intentaras integrarte – dijo la doctora rompiendo el silencio

-        ¿Para qué? – pregunté con desdén

-        Las relaciones interpersonales son sumamente importantes – explicó – somos seres sociales, necesitamos de otros para sobrevivir

-        Eso es una estupidez – solté con brusquedad

-        Aunque no te guste, las personas necesitan relacionarse con otros, eso nos permite afianzar nuestros valores, nuestra identidad y fortalecernos por dentro

-        Esas solo son palabras sacadas de un libro de texto

-        No son solo palabras, Logan – dijo con tranquilidad

Sinceramente siempre había pensado que estábamos solos en el mundo, no necesitábamos a nadie y nadie nos necesitaba a nosotros; en mi caso, lo único que conocía era la soledad, porque si bien algunas personas trataron de ser parte de mi vida, ninguna lo había conseguido.

Las personas no eran capaces de entender, todos oían, pero ninguno escuchaba; cuando uno pedía ayuda, los demás le daban la espalda; hacía eran las cosas y eso nunca cambiaría, lo había aprendido por experiencia propia.

LOGANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora