EXTRA 2

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LOGAN

Ella lo era todo

Ella era la luz en mi camino

Ella era la única capaz de aplacar a mis demonios y aun así tomar mi mano en el infierno

Podíamos discutir hasta que el día se volviera noche, pero, aun así, podíamos besarnos mientras admirábamos las estrellas

Nuestra relación no encajaba en ningún estereotipo y justo por eso era irremplazable, porque en medio del caos, la tormenta y la locura, éramos capaces de mantenernos juntos.

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TRES MESES DESPUÉS

Me gustaba ver a Ivy dormir, con esa tranquilidad en su rostro que de alguna forma conseguía calmar el desastre en mi interior y cuando la veía, mi mente repetía de manera incansable que ella valía cualquier riesgo... porque aunque nunca pensé que fuera posible, ella me entendía, así de caótico, rudo, frío y obstinado, así como yo era capaz de entenderla, aunque estuviera en silencio o hablando por horas, así se despertara risueña o triste, no importaba en que estado se encontrara o lo cambiante que fuera su humor, yo amaba cada fragmento de ella y ella por loco que pareciera amaba cada fragmento de mí.

Ivy era capaz de incendiar el mundo y llamarlo lluvia, ella era como el fuego y muchos intentaron apagarla, pero a diferencia de la mayoría, yo prefería arder junto a ella; definitivamente estábamos locos, aunque esa palabra no nos gustaba del todo, pero era mejor vivir una vida sumidos en la locura que vivir solo con arrepentimientos.

Estos últimos tres meses fueron indescriptibles; Ivy continuó centrándose en sus estudios mientras yo me encargaba de supervisar las remodelaciones del edificio que habíamos comprado, pero además de eso, después de mucho insistir finalmente consiguió hacerme ceder en mi decisión de no estudiar el idioma y cada día al menos por una hora se sentaba junto a mí en el suelo de la sala y me explicaba a detalle la pronunciación, la escritura, las palabras, frases y toda la gramática, lo que fue estresante al inicio, pero ahora ya conseguía comunicarme lo suficiente para no estar de mal humor cada vez que las personas me respondían en francés y eso tenía que admitir que me facilitaba mucho la vida.

Durante estos tres meses, aprendí mucho de Ivy, detalles a los que francamente no podía evitar prestar atención, como por ejemplo que se inspiraba más al pintar de noche o que solía despertarse a las seis de la mañana como un reloj y no funcionaba si no bebía su café favorito; en este tiempo aprendí que el mejor remedio para atenuar su mal humor era una caja de macarrons o una barra de chocolate Lindt, en especial si era de Crème brûlée, porque por alguna extraña razón ese chocolate siempre la hacía sonreír; aprendí tantas cosas de ella, detalles que en otro tiempo no hubiera notado, pero que ahora siempre llamaban mi atención.

No me enamoré de ella en un segundo, porque lo nuestro no fue una historia de amor a primera vista como esas que solo existen en los cuentos; yo me enamoré de ella con el tiempo y continuaba haciéndolo cada día; nosotros pasamos por cada fase, la atracción, el odio, el miedo, la seducción, la negación, la locura, la pasión y el amor, no necesariamente en ese orden, pero tuvimos tiempo para conocernos, para comprendernos y caer el uno por el otro; no teníamos un amor sencillo de esos que terminan siempre con un felices para siempre, nosotros éramos aventura, pasión, peligro y palabras que no podía decir en voz alta, porque no éramos Romeo y Julieta, pero nuestra historia de amor era tan maravillosa e impactante como la suya.

En el pasado creí que era capaz de poner en riesgo cualquier vida para alcanzar mis objetivos, pero ahora sabía que eso no era completamente cierto, porque nunca arriesgaría su vida, sin importar lo que estuviera en juego; podían atacarme, torturarme o matarme, pero siempre la mantendría a salvo; nunca dejaría que nada ni nadie la lastimara, porque ella... era la razón más poderosa para mantenerme con vida.

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