CAPÍTULO 40

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IVY

El dolor, adopta formas diferentes, puede ser una punzada o una leve molestia, hay dolores con los que convivimos a diario y se vuelven parte de nuestra vida, pero hay otro tipo de dolor, uno más fuerte y profundo, un dolor tan grande que borra todo lo demás hasta que lo único en nuestra mente es el sufrimiento que vivimos y el que causamos.

Es difícil lidiar con el dolor, podemos intentar anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo o ignorarlo, pero a veces la única opción viable es enfrentarse al dolor para poder seguir viviendo. 

Pasé por mucho dolor en la vida e intenté soportar de todas las formas posibles, pero en estos días mi dolor no había hecho más que aumentar; el encierro, la oscuridad, los golpes, todo se acumulaba dejándome agotada física y emocionalmente.

Solo habían pasado cuatro días y cada uno de ellos se sintió peor que el anterior; la brutalidad de las personas aquí era algo a lo que temer, pero entre el cansancio y la rabia, el miedo simplemente quedaba en segundo plano.

Solo había peleado una vez, pero cada músculo de mi cuerpo dolía, además, Peter Mcklagen no había dejado de enfrentarme con preguntas sobre Logan que yo continuaba negándome a responder y eso parecía enfurecerlo aun más.

Después de la pelea, me sacó de la celda y me encerró en otra habitación más pequeña que parecía más una jaula que otra cosa, pero a través de los barrotes pude ver la sorpresa en su rostro, porque francamente él no esperaba que fuera capaz de vencer a nadie y no solo lo había hecho, si no que mis actos demostraron mi capacidad y mi inteligencia.

Llevaba tres días aquí o al menos eso podía intuir por la cantidad de veces que me sacaron de la oscuridad, pero esta vez era diferente y por la postura de los hombres que me llevaban, estaba claro que creían que sería mi fin, pero iba a demostrarles lo equivocados que estaban.

Cada vez que me sacaban, simplemente tomaba asiento en el suelo y practicaba la técnica de respiración que Logan me había enseñado, pero cuando regresaba a mi celda, me ponía a entrenar en la oscuridad forzando mi cuerpo hasta que el agotamiento me vencía, pero no estaba segura si todo ese esfuerzo me ayudaría a sobrevivir.

Cuando me dejaron en aquel lugar de inmediato dirigí la mirada hacia arriba donde varias personas desconocidas reían y bebían mientras en el centro se encontraba mi verdugo que sonreía como si estuviera ansioso por verme caer y esa sonrisa arrogante en su rostro encendió la chispa en mi interior que siempre dejaba salir al monstruo.

Pasaron a penas unos minutos cuando otra persona entró al lugar y la puerta se cerró de inmediato; el hombre frente a mí se veía bastante fuerte y tenía varias cicatrices que demostraban a cuantos había vencido, pero tal y como Logan me enseñó, los enemigos más fuertes y pesados eran lentos, por eso debía ser más ágil, más veloz y más astuta para usar su peso en su contra y encontrar el punto exacto donde atacar.

Una gran campanada dio inicio a la pelea y como era de esperarse, el hombre atacó primero como si yo no fuera más que una pequeña y débil presa, pero esquivé sus golpes con rapidez moviéndome por el lugar para obligarlo a seguirme el paso; necesitaba que se cansara para poder contratacar, pero debía tener cuidado, porque sus golpes serían demasiado brutales para mi cuerpo y con mi complexión, si lograba darme en algún punto débil, estaría perdida.

Logan me explicó muy bien como enfrentarme a enemigos como este hombre y sabía que podía vencerlo, solo era cuestión de tener paciencia y atacar solo cuando fuera preciso; las personas que observaban la pelea reían y se divertían como si fuéramos animales para su diversión, lo que solo conseguía enfurecerme aun más, así que cuando mi oponente empezó a cansarse, fue mi turno para atacar y eso fue precisamente lo que hice.

LOGANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora