EPÍLOGO

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IVY

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IVY

Un año

Parecía un corto tiempo, pero se sintió como una eternidad; al inicio, ni siquiera estar en París me hacia feliz, porque nuevamente estaba sola; los chicos dijeron que no podríamos hablar, al menos no por algunos meses y lo entendí, porque todos sus argumentos eran razonables, pero, aun así, dolía, porque pasé de conversar por horas con Jaxon y molestar a Enzo, a estar en medio del silencio.

Cada mañana me despertaba e iba a clases, pero a diferencia de lo que antes solía pintar, ahora mis pinturas eran oscuras; casi siempre en colores apagados y tan emotivas que podían hacerte llorar; los maestros y mis compañeros me veían con admiración y no se cansaban de repetirme lo talentosa que era, porque mis pinturas eran capaces de remover incluso al corazón más duro y traían a la luz toda clase de sentimientos.

Pasaba la mayor parte del tiempo pintando, ya fuera en la universidad, al lado del río Sena o encerrada en casa; pero en las noches, siempre me sentaba en el balcón y admiraba las estrellas pensando en las palabras de Logan.

-        Cuando me extrañes, recuerda que, en las noches, vemos las mismas estrellas – dijo separándose de mis labios para volver a centrar su mirada en la mía – Recuerda que cada vez que vea el cielo, tú estarás en mi mente y nunca te dejaré sola.

Desde el día que me fui, mi pecho dolía y parte de mí se sentía vacía; lo extrañaba cada minuto y cada hora; extrañaba discutir con él por temas sin sentido, extrañaba sentir sus brazos en mi cintura mientras pintaba, extrañaba sus besos y la forma como me envolvía al dormir; lo extrañaba y ese dolor no desaparecía.

Cuando llegué a París, todo cambió; ya no era más Ivy Kane, ahora era Ivy Miller, hija única de una familia acomodada que lamentablemente murió en un accidente; estudié en las mejores escuelas y tuve las mejores calificaciones, tuve una niñez perfecta y una vida tan tranquila que nadie hacia preguntas.

La primera vez que asistí a una clase en la universidad, todos me miraron extrañados, pero después de un par de semanas y un par de pinturas, todos me miraba con emoción; era justo lo que siempre deseé, ser yo misma y hacer lo que más amaba que era pintar, pero no todo era perfecto.

Un mes después de llegar a París, empecé a tener problemas para dormir, pero no a causa de viejas pesadillas, si no por nuevos temores; cada madrugada despertaba sobresaltada al imaginar que Logan o los chicos estaban muertos y cada madrugada ese dolor que oprimía mi pecho se hacía más fuerte quitándome el aliento.

Intentaba no pensar en ello y me esforzaba por cumplir la promesa que le hice a Logan y vivir mi vida, aunque había días que eran mucho más difíciles que otros, tanto que en ocasiones me despertaba sin ganas de nada, deseando quedarme en cama y encerrarme en mi misma, pero me obligaba a descartar esas ideas de mi cabeza y procuraba mantenerme ocupada para dejar de pensar.

LOGANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora