Capítulo XVII

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Estados Unidos:

Después de la pequeña discusión con México arranqué el auto y conducí a mi destino mientras Méx no paraba de quejarse sobre el pequeño Rainbow unicorn vomit. No entendía, se supone que a México le encantan los animales, pero estaba molesto porque tenía que cuidar de un hámster cuando se esperaba algo más divertido, y además quería cambiarle el nombre, no señor, a mi hámster no le cambian el bello nombre que le otorgé.

Busqué un estacionamiento y dejé el auto ahí con México dentro.

- No dudes en huir si el animal te hace algo. ¿Me oyes? - hablé antes de salir del auto.

- ¡Puedo calmar a un hámster! - protestó México indignado.

- Le dije a Rainbow unicorn vomit. El animal salvaje eres tú.

Me dí la vuelta y seguí caminando.

- ¡Desgraciado! ¡Mis sentimientos baboso! - musitó México aún dentro del auto, reí en mis adentros y seguí caminando.

Minutos más tarde volví con una bolsa negra. Entré al auto y México me miró como si fuera un fantasma.

- ¿Que hay ahí? - dijo perplejo señalando la bolsa negra con la cabeza.

- Ya verás.

No entiendo, pobre México, estás dejándolo con los nervios de punta. Deberías decirle qué es.

Soy misterioso, dejemos que le den otros cinco paros cardíacos chiquitos.

Y si... ¿Se muere?

Ay no, esa cosa es como una cucaracha, no se va a morir jamás.

¿Acabas de comparar a tu amigo con una cucaracha?

Lo es.

Ah cierto, si es. Al fin de acuerdo en algo, querido Estados Unidos.

- ¿Me estás escuchando gringo? - la voz de México me bajó de mis pensamientos. Lo miré y tenía un rostro decepcionado, lo conocía lo suficiente para darme cuenta de que me estaba contando sus problemas.

- Eh... Si, si. - murmuré sin saber ni un palabra de lo que me había contado.

- ¿Ah si? A ver. ¿Qué dije?

La pregunta se quedó en el aire un momento mientras yo pensaba a toda velocidad lo que podía decir.

- Me estabas diciendo que estabas preocupado por mí y por Candy y que me amas y soy más guapo que tú.

El enarcó una ceja y negó con la cabeza, después no dijo nada más y su mirada se quedó en la ventana, relamí mi labio inferior y luego lo mordí arrugando mi entrecejo, realmente había echado a perder el momento.

- I'm sorry... Estaba pensando en otras cosas, Méx. Pero créeme, la próxima vez que quieras contarme algo, estaré atento. Es más toma un pañuelo. - sonreí de manera inocente cuando el me miró y tomó el pañuelo de mala gana.

- ¡Te estaba hablando de mis malditos problemas amorosos!

Reí, no sé porque me encantaba arruinar los momentos, pero me eché a reír como desquiciado, nunca imaginé al señor yo no me enamoro en cualquier tipo de problemas amorosos.

- Oh vaya. Gracias por el apoyo. - murmuró de mala gana.

Lo miré reteniendo una sonrisa. Y negué con la cabeza mientras seguía conduciendo.

- Hey, Bro, no soy el mejor dando consejos pero-

- No me había dado cuenta, que novedad.

Le puse mala cara y le dí un golpecito en el brazo cuando me detuve en un semáforo rojo.

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora