Capítulo XXIII

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México:

¡Joder! Aún no puedo creer todo lo que hice ayer.

Desperté abrazando un pequeño cuerpo, era Colombia, sonreí como un estúpido al recordar la noche anterior, pero pensamientos malos nublaron mi mente, yo no estaba listo para una relación, tampoco quería lastimar a la chica a mi lado, simplemente no pensé en eso ayer, no pensé en lo que tendría que hacer hoy. Para mí mala suerte, Colombia despertó y me observó con una sonrisa torpe, pasé un mechón que cubría su cara detrás de su oreja  y sonreí.

Ella pensó lo mismo que yo, lo supe en el momento que se tensó y miró a cualquier cosa que no fuese mi rostro.

— Sé lo que piensas... — decidí romper el silencio.

— También sé lo que harás. — respondió mirándome a los ojos sin dolor. Parecía que ella sí había estado pensando.

— Lo siento.

— Tranquilo — me regaló una sonrisa pícara. — aún podemos ser amigos con beneficio. — carcajeó por lo último.

Debo admitir que eso me sorprendió profundamente pero no me negué, y así estaríamos, solo sería un pequeño secreto entre ella y yo.

Salí de la habitación ya vestido, bajé y noté que los chicos estaban mirando la televisión, me miraron con un rastro de picardía en sus ojos y yo traté de actuar tan bien como en las novelas que veía mi nana Maya.

— ¿Qué? — fingí ignorancia.

— ¿Cómo estuvo tu noche? — Perú preguntó meneándose de un lado a otro mientras subía y bajaba las cejas con picardía.

— Joder, muy mal, los ronquidos de Chile no me dejaron dormir. — fingí mal humor mientras me protegía con los ronquidos de Chile durante la noche anterior, Colombia y yo los escuchamos mientras...

— Alguien está de mal humor. Bien, creo que no hubo acción. — Argentina respondió mirando el televisor frente a él.

Si tú lo dices.

— ¿Y Chile? — cuestioné. Si algo era extraño esa mañana, era no ver a Chile desayunando o mirando la televisión.

— Conoció a una chica en el cine. — dijo Ecuador que se apareció por la cocina con Venezuela.

— Lo cuál quiere decir que tuvo acción anoche y después llegó de madrugada a dormir como un bebé. — Venezuela dijo entre risas. — Por cierto, hola Méx, llegué ayer.

— Entonces. ¿El idiota está recién follado en el cuarto que le dió Colombia? — pregunté.

Los cuatro presentes asintieron entre risas.

Me limité a sonreír e ir a la cocina por una taza de café, vi a Colombia bajar las escaleras luciendo perfecta como siempre, era muy buena actuando. Parecía que había dormido toda la noche, aún así noté que caminaba raro, me sentí glorioso por eso.

— Buenos días, bella durmiente. — saludé como habitualmente lo haría, tratando de controlar mis ojos.

— Buenos días a todos. — sonrió, pero me miró especialmente a mí.

Todos respondieron su saludo, y los ví rendirse con la teoría que tenían de mi noche con Colombia.

Maldita gloriosa noche.

Exactamente, fue una jodida gloriosa noche.

Entre todos desayunamos y vimos a Chile bajar las escaleras con una puta dificultad increíble, pero aún así, la satisfacción en su rostro no podía borrarse.

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora