Capítulo XVIII

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¿Listos para conocer a toda la familia oficial de Estados Unidos y Canadá? (También a los nuevos Estados Unidos y Canadá, jiji van a matarme por haberlos cambiado otra vez, estos ya son los oficiales)

Australia:

Tenía mucho tiempo que no veía a mis hermanos mayores, demasiado diría yo, y esta vez iría a verlos, toda mi familia reunida, ruego porque todo salga bien, sin duda somos una familia jodidamente rara, pero el parentesco lo tenemos, es lo que cuenta. ¿No?

Tomé el vuelo a territorio mexicano, pues ahí estaban mis hermanos mayores, golpeaba ligeramente mis dedos en mis piernas nervioso, el viaje se pasó rápido, bajé del avión y en el aeropuerto me estaban esperando dos hombres, reconocí a uno instantáneamente. México.

— Hola, Australia, bienvenido, tus hermanos se quedaron en el hotel, verás, no creo que sea conveniente tenerlos fuera con todo esto. — él hablaba sin darme tiempo de contestar, pero al fin me dió un espacio para hablar.

— Hola, México, gracias, está bien que los protejas.

Sonrió de manera amable y genuina y devolví el gesto, subí en su auto, el otro hombre conducía, miré mi teléfono, mi hermana, Nueva Zelanda, me había dicho que estaba en camino, y me puse más nervioso.

México y yo intercambiamos un par de palabras durante todo el viaje, él no me habló mucho porque sabía lo nervioso que estaba, joder. ¿Cómo demonios me conocía tanto? Supongo que aún no había olvidado nuestra poca amistad.

Llegamos al dichoso hotel, y me puse todavía más nervioso. México pidió una habitación para mí y enseguida fuimos a dejar mi equipaje, después de eso, tocó la hora de la verdad.

— Están allá, tranquilo, Aus. Se bien que estás nervioso. ¡Hasta yo lo estoy! Pero relájate, todo estará bien. — me reconfortó México, seguido de un apretón de hombro que me quitó los nervios por un instante.

Yo no dejaba de ver al frente, donde se hallaban la pelirroja y el pelinegro hablando sobre algo, parecían ser muy cercanos, hermanos de verdad, cosa que yo nunca tuve.

— ¿Cómo sabes que estaré bien? ¿Y si realmente no se alegran de verme? ¿Y si solo soy un extraño más? ¿Y si...—

No me dí cuenta de todo lo que estaba balbuceando, hasta que México me tomó por ambos hombros y me zarandeó un poco, me miró con el ceño fruncido y bajé la cabeza.

— ¡Relájate, chico! Llevo conviviendo con ese par de locos prácticamente toda mi vida. Los conozco, estarán bien contigo.

En lugar de alentarme me sentí un poco peor, hasta México los conocía más que yo, pero él tenía razón, debía ir y unirme a ellos de una vez por todas.

Asentí rápidamente y tragué saliva, caminé con pasos moderadamente rápidos, con México detrás de mí.

— Hola... — susurré con un hilo de voz.

Ambos se giraron hacia mí con el ceño fruncido, se quedaron perplejos, miré a México detrás de mí, me sonreía como si todo en este mundo estuviese perfecto. Volví a girarme para ver los rostros de mis hermanos, los cuales tenían una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Pequeño Aus! — chilló Canadá abalanzandose hacia mi. Me envolvió en un gran abrazo.

Estuve unos segundos tratando de asimilar todo antes de corresponder al abrazo, cerré los ojos y recordé cuando era solo un niño y la veía de vez en cuando, Canadá, mi hermana.

Me separé de ella y noté que tenía los ojos cristalizados.

Oh vaya, es sentimental, no cabe duda de que somos hermanos.

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora