Capítulo II

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Colombia:

México era mi mejor amigo desde hacía mucho tiempo, al igual que Chile, y realmente me caían bien, se me hacía realmente rara la manera en la que México sabía hablar con cualquier persona que se le pusiera enfrente, parecía todo lo contrario a lo que era.

Y por su parte Chile era muy distraído, pero parce, era un muy buen amigo, realmente solo el y sus ocurrencias son suficientes para matarte de risa todo el día, y estábamos bien.

Yo consideraba ser una persona carismática, cariñosa y leal, y creo que sólo mis verdaderos amigos pueden saber con exactitud todo lo que he vivido y como me siento.

No había tenido una vida fácil, pero me sentía fuerte y suficiente yo sola, sentía que no necesitaba nada ni nadie, no quería enamorarme y entonces me fui de fiesta con mis amigos, realmente no era la única que pensaba así, oía varias veces a mi hermano, Ecuador, decir lo mismo, también a México y a Chile, en cambio mi hermana Venezuela estaba enamorada, y bueno, como sea, estábamos en un momento donde todos estaban encontrando amores y algunas veces volvían llorando, es raro, pero bien, no importa.

Yo solamente quería vivir a lo grande, viajar, tener amigos, conocer personas, aventurarme, no lo sé, vivir al máximo, y entonces, algún momento de mi vida, cuando fuera el tiempo correcto, la persona correcta y la situación perfecta, me enamoraría.

México:

Al despertar el sol que se colaba por las pequeñas ranuras de mi cortina me deslumbraba, parpadeé un par de veces y logré acostumbrarme a la luz, hoy se suponía que iba a ser un día importante, un día que quería recordar el resto de mi vida, mi padre adoptivo, España, quiso reunirse con todos nosotros, realmente nosotros los hispanohablantes no éramos hermanos realmente, sí, adoptivos, pero preferíamos mantenernos como amigos y no como familia, algo raro, pero así era.

Así que me levanté de un salto, caminé al baño con energía suficiente, me alisté y salí de casa, íbamos a vernos en España, así que tome el vuelo, y crucé el mar, solamente podía pensar en todo lo que podía esperarme ahí, no sé si estaba listo, o si los demás lo estaban, aunque España ya nos hablaba desde hace tiempo, algunas cosas eran realmente difíciles de olvidar, comenzando por el asesinato de mi madre, Imperio Azteca.

Me quedé dormido en el avión, desperté gracias al ruido de un estornudo por parte de la señora detrás mío, toqué mi mejilla y noté que tenía saliva seca, me paré al baño y lavé mi cara, realmente fue vergonzoso ir caminando por el pasillo con una línea de saliva seca dibujada por mi mejilla como si ahí hubiera estado un caracol.
[...]

Llegué a España sano y salvo, en el aeropuerto estaban varios hombres vestidos de negro con unos lentes obscuros y letreros con nombres de países, nuestros nombres, me dirigí hacia el hombre que portaba el letrero que decía “México” arrastré mi maleta y me puse mi mochila en el hombro, caminé y cuando el hombre me vió se acercó a mi rápidamente, como si quisiera atraparme.

— Valí queso. — susurré para mí mismo y retrocedí dos pasos.

El hombre seguía acercándose a mi como un maniático, parecía yo al ver una botella de tequila.

Traté de girarme e irme pero me tomó del brazo.

— Ay pero no escape — salió de su boca una amistosa voz.

— Ah caray — exclamé — Perdón señor, estoy acostumbrado a que cuando se me acercan así, pues me voy porque no manche, me andan secuestrando y...— no me dejó terminar.

— Hablais mucho. Seguidme — su voz se tornó a una más seria.

Lo seguí y me condució a un auto negro, me subí y bajé la ventanilla, miré mi teléfono y contesté un par de mensajes, a lo lejos alcancé a ver esa cabellera rizada y esos ojos cafés que tanto conocía, Colombia sintió mi mirada y sus ojos se encontraron con los míos, ella estaba con otro de esos hombres que tenían los letreros, quiso venir conmigo y yo salir del auto, pero el guardaespaldas me lo impidió.

— Les llevaremos aparte a todos — dijo encendiendo el auto.

— Pero... — quise hablar.

— Joder, España no me mencionó lo mucho que hablabais.

Me quedé callado y me puse mi gorra que me dieron en el PRI, entonces me acordé de la canción “Adelita” y comencé a tararearla, y luego a cantarla en voz baja.

El hombre movía la cabeza según el ritmo, reí en mis adentros y la canté más fuerte, el hombre y yo terminamos de cantar la canción a todo pulmón y comenzamos a reír.

— ¿Cuál es tu nombre, carnal? — pregunté sonriente.

— Soy el guardaespaldas Gerardo Hernández — dijo sonriendo.

Y me volví amigo del guardaespaldas, uh no era tan difícil para mí hacer amigos, y eso me alegraba, quería hablar hasta con los bichos.

Llegamos a la hacienda donde vivía España, habían más autos como en el que yo estaba, ya estacionados, alrededor de cuatro, honestamente no me tomé el tiempo de contarlos, estaba nervioso, bajé del auto y pisé el pavimento, acomodé mi gorra y mi pantalón, y revisé si mi camiseta tenía alguna imperfección, nada, entonces el guardaespaldas me guió hasta la puerta principal, pero esta se abrió antes de que yo pudiera subir los escalones para llamar a la puerta, santa madre, miré quien iba saliendo, España, no sabía de qué hablar, así que solo preparé un saludo, el se acercó a nosotros y sentí como ambos estábamos nerviosos.

— Méx — habló el — Un gusto volver a verte — me tendió la mano y la recibí.

— Hola, España, igualmente — dije haciendo media sonrisa — Es una gran casa — miré alrededor.

— Oh, y con una recámara para cada quien — me guiñó el ojo.

Sonreí y tomé la maleta que el guardaespaldas ya había bajado, le agradecí y seguí a España dentro de la casa, llamó a una secretaria que me llevó a la espaciosa habitación.

Me instalé, me dí una ducha y me cambié, había una cena a las ocho en punto, quería lucir presentable, quería estar bien.

[...]

Ya eran las ocho, el sonido de las personas abajo era más notable, bajé las escaleras y encontré a Argentina y Perú hablando con Costa Rica, los saludé, aún faltaban más personas, pero en ese tiempo de espera estuve con Guatemala, Colombia, Honduras, Chile y Ecuador. Al fin llegaron todos y España bajó también, nos quedamos en silencio para escuchar con atención, miré a Colombia que estaba con cara de niña pequeña, estaba emocionada, sonreí y miré al frente, España comenzó a hablar.

— Hola queridos hijos, os he invitado a qué vengais para hacer las pases que nos faltan — dijo España y miró a República Dominicana — Esta noche vamos a convivir, y espero que se repita en el futuro. — sonrió.

Comenzaron a aplaudir, no sé porque, se me hizo absurdo pero copié la acción de todos, nos sentamos a la cena, y ahí se puso tensa la situación.

La acción comenzará.

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora