EXTRA III

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Colombia:

¡Estaba muy emocionada!

Acababa de salir de la cita con la madre de alquiler, Victoria y México me esperaban afuera de el consultorio, estaba muriendo por decirles lo que había pasado allí dentro.

Al fin sabía el género de el futuro bebé.

La familia crecía más de lo esperado.

Hacía mes y medio atrás México celebró los quince años de Valentina, y desde entonces las sorpresas no pararon, yo estaba cada vez más enamorada de ese hombre ojiverde con humor raro, él era tan surrealista que era imposible aburrirse de él. Para mi fortuna o desgracia, Valentina sacó su carácter, ambos siempre salían los domingos a pasear por alguna ciudad mientras comían tacos dorados, yo por mi parte me quedaba apegada a la madre de alquiler esperando a que naciera el nuevo integrante.

Pero es mucho cuento, necesitaba gritar con urgencia lo que había descubierto.

— ¡México, Vale! — grité, llena de euforia.

El primero en reaccionar fue el ojiverde, cuya barba ya mostraba algunas tenues canas.

— ¿Qué es? ¿Es un Aarón o es una Carolina? — preguntó, listo para saber la verdad.

Contuve mis lágrimas de felicidad y le pasé el papel que decía el género de el bebé.

— Ay, que lo lea Valentina.

— ¿Yo?

— ¿Cuántas Valentinas hay?

— ¡Ay, papá!

— Léelo.

Victoria se puso colorada, tomó el papel en sus manos, las cuales temblaban de los nervios, yo estaba ansiosa, estábamos hablando de mi futuro hijo o hija, las pupilas de mi hija se dilataron con asombro, pude escuchar los suspiros de México y mis parpadeos.

— ¿Que es, hija?

— Mamá, papá, tendremos en la familia a Carolina — anunció con felicidad.

Brinqué de felicidad como una adolescente, México me abrazó muy fuerte y le besé con ganas, Vale también celebraba y nos abrazó a ambos.

Así que, después de quince años, nacería nuestra nueva hija, Carolina.

[...]

Les dimos la noticia a toda la familia, las apuestas concluyeron y Chile perdió diez dólares porque creyó que sería niño, Perú los ganó porque atinó en que era niña. Sam estaba más emocionada que nadie, ya que ella estaba embarazada y ahora tenía dos meses y medio, todos sabíamos de su embarazo, y Jack — ese que antes se llamó Australia — estaba más feliz que siempre, amaba vivir en el territorio de Grecia y solían viajar a menudo a territorio mexicano a ver a Mauricio, el hermano de Sam, el cuál ya tenía hijos igualmente. España cruzó el mar para ver a sus nietos en compañía de Francia, Canadá estaba muy contenta de ver a su madre, anunció frente a todos su compromiso con Ucrania.

España lucía más viejo pero no menos feliz, México y él tuvieron un encuentro muy emotivo después de algunos años e incluso salieron a pescar juntos.

Meses después Carolina estaba en mis brazos y todos en la familia estaban encantados con su inteligencia, Sam se convirtió en su madrina junto con Jack y supimos que el hijo que esperaban era niño.

Decidieron ponerle de nombre Calum.

Carolina demostró querer cantar apenas comenzó a hablar, Victoria estaba encantada con su hermana menor.

Una tarde mi hija mayor acudió a mí diciendo que había conocido a un chico dominicano, un mes después me dijo que había sido una decepción, la apoyé en todo. Después conoció a un Colombiano, fue su primer novio formal, a México le caía muy bien aunque estaba muy celoso de que su hija tuviera novio, igual su amor no duró lo suficiente y México estaba peor de enojado amenazando con calgarlo de cabeza en un árbol.

Solo Argentina supo impedir que lo hiciera, porque los demás chicos apoyaron su idea.

Luego conoció a un estadounidense, fue un fracaso instantáneo, luego a un mexicano, otro más, y finalmente se quedó con un mexicano llamado David.

Él siempre fue amable y llevó a casa aguacates cada vez que venía, se ganó a México en una visita con esos aguacates.

Calum nació en Australia, su padre lo cargó con alegría, nunca se le vió tan feliz, incluso cruzó en una camioneta andante Australia, así como lo hizo con Sam cuando se conocieron.

Todo era increíble, me sentía dichosa y amada.

Pero claro, la locura del amor es la que nos lleva a todos a hacer locuras.

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora