Capítulo XXXVI

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México:

¡QUE VIVA LA PANCHANGAAAAA!

Ya todo estaba listo, era viernes por la noche, el día de mañana sería la fiesta de los latinos y yo ya estaba completamente emocionado por todo, Colombia ya había llegado, salimos a andar en bicicleta por los alrededores como siempre solíamos hacer desde que nos conocimos, la mayoría de los latinos ya se encontraban instalados en sus habitaciones del hotel, otros me llamaron para avisar que llegarían el día de mañana — el día de la fiesta — me sorprendí cuando el rubio ojiazul Australia cruzó las puertas del hotel junto con sus hermanos norteamericanos, pero me sorprendí más cuando noté que los acompañaba Nueva Zelanda con cara de aburrimiento, vaya, creo que esa cara cambiará por completo mañana, y si no, me dejo de llamar México el rey de las pachangas.

Yo caminaba de un lado a otro perfeccionando toda cosa que estaba fuera de lugar, pero con una sonrisa reluciente en la cara, creo que nunca estuve tan emocionado, y más porque le pediría a Colombia que fuera mi novia.

— Ya, ya, ya, tranquilo, Méx — me dijo la ya mencionada castaña acunando mi rostro entre sus manos — todo será perfecto ¿de acuerdo?

Yo asentí con una sonrisa y le di un beso en la mejilla.

Lo sé, lo sé, muy poco atrevido para mí gusto, pero era de las pocas veces que me atrevía a ser dulce con alguien ¡gózalo!

— Estoy tan feliz. — murmuré mientras daba saltitos en mi lugar.

Colombia soltó una risita al verme actuar como el niño pequeño que siempre había sido y seré.

— También yo — admitió — Oye, ¿ya sabes que te pondrás mañana? — preguntó con una ceja enarcada.

Hice una sonrisa de oreja a oreja y la miré a los ojos cuando recordé que había olvidado esa pequeña parte.

Para mí no había problema en ir en calzones.

— Yo eh... No.

— ¡DEBES DE DEJAR DE PONER AL ÚLTIMO LA ROPA, MÉXICO! — exclamó sacudiendo sus brazos en el aire como si fuera lo peor del mundo.

— Perdone la palabra, señorita, pero ¡por las barbas de mi abuela Maya, lo olvidé!

Ella rodó los ojos intentando no reírse porque se supone que estaba enfadada.

— Me encargaré de que no vayas a ese evento en bragas.

Me señaló con una sonrisa.

Asentí rendido como si de mi madre se tratara.

¡Bah, mi madre iba en taparrabos por todas partes! Ella no tendría problema con que fuera en calzones.

Estamos en el siglo XXI, México.

Bueno eso sí.

— No esperaba menos de ti. — le dije en tono tierno mientras sonreía de manera inocente.

— Ajá — musitó — a la próxima vez que olvides el vestuario me encargaré de que no tomes tequila, ¡hablo enserio México!

Levanté los brazos en señal de rendición y la miré desaparecer por las puertas del salón para después ladear la cabeza y atrapar mi labio inferior con mis dientes para evitar sonreír como el estúpido enamorado que por supuesto yo no... dejaré de ser.

Vaya, que raro se siente esto.

Me han quitado todo rastro de un Don Juan en pocos días, joder.

Colombia, ¿Qué hiciste conmigo?

Supongo que nunca lo sabré, ¡ah, debe ser escorpio y me hizo un amarre!

TU, YO Y LA LOCURA DEL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora