Áyax POV
Los pasillos empiezan a llenarse poco a poco, los alumnos con sus maletas aparecen de sus vacaciones. Busco desesperadamente a Laia aún sabiendo que después de lo que me dijo Mery no debería a hacerlo. Pero también ese día decidí hacer caso a Charlotte, y si tengo que acabar en la cárcel disfrutaré de lo que me queda de libertad. Y ahora mismo mi libertad tiene nombre y unas piernas muy largas.
Tengo que admitir que en estos días he cambiado mil veces de opinión con respecto a este tema. Básicamente lo que llevo haciendo estos meses, pero con la diferencia de que está vez puede que alguien haya pillado mi pequeño secreto.
O puede que simplemente no sepa nada y quiera jugar conmigo, hay un cincuenta por ciento de posibilidad y me he decantado por la peor pero la que más ganas tengo de seguir.
Aunque su última frase ronda por mi mente sin descanso. Pero pensándolo en frío, "Puede que sea más asunto suyo que de nadie, ¿o eso no lo pensaste?", puede referirse precisamente a una profesora del centro. Porque, al fin y al cabo, Carmen es quien nos contrata y una de las reglas es que no podemos tener ninguna relación con otros profesores del centro. Además, si Mery supiera que estoy con una alumna ya lo hubiera dicho. Sé como es y no puede quedarse callada, dijo que se vengaría de mí, ¿y que hay más venganza que contárselo cuanto antes a Carmen?
Otra cosa que me tranquiliza es, que si Mery supiera que la chica es Laia también lo hubiera contado ya. Porque Mery odia realmente a Laia, no soporta que la conteste y la desafíe. Algo que no logro entender, ya que todos los alumnos, alguna vez que otra contestan a los profesores. Es algo que se da ya por hecho cuando decidimos elegir esta profesión. Pero al parecer Mery tiene un odio especial por Laia, sin motivo aparente si dejamos de lado las contestaciones de esta última.
Cansado de buscar a Laia en los pasillos del ala de las aulas en la planta baja decido subir hacia mi habitación a esperar que sea la hora de mi primera clase.
Desde la última llamada, cuando discutió con su madre, no hemos vuelto a hablar. Esa llamada hizo que algo cambiará, más bien, hizo que me diera cuenta de que algo había cambiado. Me hizo darme cuenta de que mi forma de mirarla no era la misma de que aquella noche, cuando por primera vez nuestras miradas se chocaron. Que cuando pensaba en ella, su imagen no era la misma que cuando nos vimos en la biblioteca a escondidas a media noche.
Quise ignorarlo aquella madrugada cuando colgué la llamada. Quise hacer como si nada y seguir el consejo de Charlotte, simplemente porque lo que yo sentía por Laia era solo deseo. Pero cuando estoy abriendo la puerta de mi habitación la veo bajar con sus amigas. Veo que tiene la cara pálida y automáticamente me asusto. De manera inconsciente, claro, y ya no puedo ignorarlo más. Aunque no quiera reconocerlo, sé que tengo sentimientos hacia ella.
Antes de que Laia se dé cuenta de que estoy mirándola entro en mi habitación. Una vez dentro me río, me río porque no quiero romper todo el mobiliario de la habitación. Esto empezó como un juego, y fui yo quien recalcó, varias veces a Laia, que tuviera cuidado. No quería tener a una alumna enamorada. Y ahora resulta que es el profesor el que tiene sentimientos por la alumna. Porque enamorado no estoy, porque ya he estado enamorado antes y sé que esto no lo es.
Y ahora aunque quisiera alejarme de ella, ya no podría. Porque los sentimientos son más fuertes que el deseo, y antes cuando solo existía el deseo entre nosotros dos me era difícil, pues imagínate ahora.
Me aferro a la idea de que Mery en realidad no sabe que me estoy acostando con una alumna.
No quise hablar con Laia precisamente por esto, porque necesitaba decidir si se lo contaba o mejor lo dejaba pasar. Y después de lo que le pasó con su familia y la cara que traía hoy, decido que es mejor no decirla nada. Sería darle preocupaciones a lo tonto. Porque, de verdad, ahora creo que Mery, en realidad no sabe nada.
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El caos en la tempestad: Efímero
RomanceDe un día para otro me convertí en el caos dentro de mi vida, la cual estaba siendo una tempestad. Además, cuando todo parecía calmarse apareció un lobo feroz, el cual prometió devorarme, ¿o fui yo quien se lo prometió?