Epílogo

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Laia POV

Salgo de mi trance cuando unos brazos me rodean, noto como mi espalda se pega a un pecho caliente, y sin ningún esfuerzo aparente me levantan del suelo.

-Laia, mírate. Estás toda empapada, te vas a poner mala.-me relajo al escuchar la voz de Alexandro pero me tenso al darme cuenta de que él tenía razón.-¿Qué te ha pasado?

Su voz refleja miedo e incertidumbre. Yo simplemente retiro mi mirada del lugar por donde ha desaparecido Áyax. Intento mirarle a los ojos al hablar pero me es imposible. Me da demasiada vergüenza darme cuenta de que él siempre ha llevado razón. Me gira para quedar enfrente de mí y poder observarme mejor frente a mi negativa. 

-Tenías razón, he sido una cría.-le reconozco escondiendo mi cabeza en su pecho mientras lloro.

-Eso ahora no importa.-me separa suavemente de él y me obliga a que le mire.-Yo estoy aquí contigo.-retira el pelo que cubre mi rostro por culpa de la lluvia.-Anda, entremos al internado antes de que los dos cojamos una pulmonía.

Alexandro me agarra fuerte la mano, intentando transmitirme sus anteriores palabras. Después, simplemente empieza  a correr. Mi mente está en otro lugar pero mis pasos están automatizados. Sencillamente me dejo llevar e intento averiguar qué es lo que ha podido ocurrir. 

Hasta que Melany no me cubre con una toalla y me sienta en una silla, no reacciono. No sé como he llegado hasta mi habitación sin ni siquiera darme cuenta. Es increíble el poder y la fuerza que tiene la mente.

-¿Qué te ha pasado Laia?-Melany me pregunta preocupada.

Katie se pone de cuclillas a la altura de Melany y me agarra la otra mano mientras me pregunta:

-¿Tú madre te ha llamado?

-Creo que es el momento de contarlo.-me alienta Alexandro posando una mano sobre mi hombro dando un ligero apretón.

Sin pensarlo dos veces me tiro a ellas dos y arranco de nuevo a llorar. Las suplico que no me abandonen y me perdonen por haberlas mentido.

-Todo esto ha sido muy difícil de llevar. No sabía cómo contároslo sin que os enfadarais o me mirarais mal. 

-¿Por qué no te das una ducha y te pones algo seco antes?-Lara me ofrece mientras me pasa la mano suavemente por la espalda.

Me separo de mis otras dos compañeras y las observo a las tres.

-Sí, será mejor que los dos entréis en calor cuanto antes. Después nos podréis contar que es lo que ha pasado.-Katie aparta su mirada de mí y la posa en Alessandro.

A regañadientes me levanto y me dirijo a la ducha.

Estoy desorientada, diría que incluso ida, pero consigo llegar al baño. Lo primero que hago es mirarme al espejo. Veo a la misma chica que creí haber dejado en Barcelona. Odio verme así, y por un momento me vuelvo a romper. Aprieto los puños a los costados ante mi debilidad y mi estupidez. Pero esta vez es distinto, esta vez  me prometo que lo voy a hacer mejor, que me lo debo a mí misma.

Antes  de empezar a deshacerme de mi ropa tanteo si hay alguien en el baño. Respiro aliviada al darme cuenta de que estoy sola. No aguantaría murmullos, no ahora, no otra vez. Me meto debajo del agua caliente, al instante empiezo a temblar por el cambio de temperatura. Al principio me cuesta pero poco a poco mi cuerpo se va aclimatando. Entro en un estado en el que mis músculos se  van relajando, perdiendo la tensión que tenían anteriormente. Mi atención va de los tiritones al miedo y vuelta a empezar. Miedo porque dentro de unos minutos tengo que explicarles a mis amigas que les he estado mintiendo casi cinco meses.

El caos en la tempestad: EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora