POV Áyax
El punte por desgracia ha acabado y con eso ha acabado tener a Laia desnuda en mi cama, mientras entre cálidos jadeos me pedía más y más.
Me gusta que sea descarada, me gusta que no tenga vergüenza y me gusta aun más que tenga igual de claro que yo lo que significa esta relación, solo y llanamente sexo. Porque aunque ya este obviando que es menor, que no olvidando, tengo muy claro que no podemos implicarnos sentimentalmente, eso sí que sería una locura.
La verdad es que estos días no hemos hablado mucho, nos hemos centrado en otras cosas ya que medianamente teníamos el campo libre, por así decirlo. Hemos hablado pero tampoco de temas muy personales, no quiero sentimientos de por medio, y si nos conociéramos más profundamente eso es lo que tendríamos.
Hoy es lunes y tengo a primera hora con ella, espero que se pueda mover para que así no la tenga que llamar la atención, porque no creo que el castigo la guste. Aunque este pasando, lo que esta pasando, no voy a darla un trato de favor en las clases. Tengo y sé separar las cosas, en horario lectivo soy su profesor pero después ya no. Y así es como me debo de comportar, para que no se nos vaya de las manos todo.
Intento borrar eso de mi mente y salgo de la ducha. Me miro al espejo y veo algunos arañazos por los hombros, me giro un poco y puedo comprobar que efectivamente lo que me temía era cierto. La gatita de Laia me ha dejado marca y bastante además, tengo toda la espalda arañada. Gruño aunque termina siendo un gemido, me vuelve loco la manera tan salvaje que tiene de sentirlo todo, sobre todo en la cama.
Me visto y cojo apurado la carpeta que hay en el escritorio, me quedo parado recordando la mañana de hace unos días cuando su cuerpo invadía la mesa y sus labios recitaban lentamente el trato.
Gruño enfadado conmigo mismo por dejar que entre en mi mente así de fácil y salgo de la habitación de un portazo. Miro por última vez el reloj y maldigo entre dientes mientras bajo de tres en tres las escaleras.
Hoy he tardado más de la cuenta en levantarme, me he hecho el remolón en la cama. Estoy bastante cansado, no me ha dado tregua. Y cuando me la daba era yo el que no la quería.
Y ahora llego media hora tarde al desayuno.
Entro al comedor y me obligo a no buscarla con la mirada para poder comprobar que está ahí mismo a escasos metros de mí. No puedo estar todo el día con ella en la mente, porque al final nos van a pillar.
Dejo la carpeta en mi sitio, doy un saludo rápido y me dirijo a la mesa para poder comer algo en la media hora que queda de desayuno. Me sirvo un café bien cargado para concentrarme en lo importante, un zumo y mi leche con los cereales, no suelo tomar café, pero hoy lo necesito.
Di por perdida mi cordura, en el momento en que acepté. Sé que no estoy bien de la cabeza, sé que estoy enfermo, y necesito café para poder sobrellevar la culpabilidad que tengo encima.
-Llegas media hora tarde, ¿a caso estabas esperándome?-me susurra Mery cuando me siento en mi sitio que está justamente a su lado.
-No, simplemente me he dormido.-le contesto terminándome el zumo de un trago.
-¿Te encuentras bien? Nunca desayunas café.-me ronronea mientras pasa sus largos dedos por mi brazo que está libre.
-Hoy si.-retiro este de su alcance y cojo con él el vaso para impedirla que me manosee.
Estoy siendo muy borde, pero es que no la aguanto, es muy posesiva. No se da cuenta que lo nuestro es algo pasajero y efímero, tan efímero que hoy mismo se acaba. Si no he acabado con ella antes ha sido porque con ella me mantenía alejado de Laia, pero ya no la necesito más.
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El caos en la tempestad: Efímero
DragosteDe un día para otro me convertí en el caos dentro de mi vida, la cual estaba siendo una tempestad. Además, cuando todo parecía calmarse apareció un lobo feroz, el cual prometió devorarme, ¿o fui yo quien se lo prometió?