Capítulo 21

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POV ÁYAX

Sopeso la respuesta, pero decido decir la verdad ya que Laia no se acordará de nada al día siguiente del pedo que lleva.

-Si creo en el amor.

Laia se empieza a reír dejando el vaso del chupito por primera vez desde que yo he llegado.

-Lo siento, pero no se le ve como el típico chico que se enamora.-se sincera cuando consigue dejar de descojonarse de mí.

-¿Por qué no?-aunque creo que ya me sé la respuesta antes de que me responda.

-Porqué un hombre que cree en el amor no se lía con la primera de cambio en un bar y luego al día siguiente con la profesora de música. Más bien busca el amor, y así lo único que haces es rehuirlo profesor. Al menos de que ya haya estado enamorado y le rompieran el corazón, ¿es eso profesor? ¿Te han roto el corazoncito?-me vuelve a mirar con esa mirada tan penetrante que ha usado cuando estaba hablando de su madre. Una mirada dura, fría, una mirada muerta, sin un ápice de sentimiento.

-Sí, tienes razón. Una vez me enamoré, y no, no me rompió el corazón.

-¿Fuiste tú entonces quién se lo rompió a ella?-veo como intenta entenderlo todo. 

-¿Por qué alguien tiene que romper el corazón al otro para que una relación acabe?

Observo como me mira pensativa, se vuelve a pasar la mano por el pelo por duodécima vez y se pasa la lengua mojándose los labios.

-¿Por qué, si no, acaban las relaciones?-veo como sale humo de su cabecita intentando sacar la respuesta ella sola-La pregunta ha sonado bastante estúpida pero creo que si estuviera totalmente consciente y no con media botella de tequila la sabría contestar yo.

Su pecho sube y baja mientras se ríe haciendo que su cabello esconda su cara.

-Bueno, yo como buen profesor te lo voy a explicar. A veces, al principio de una relación todo es bonito, es pasión, son ganas, y tú piensas que darías la vida por esa persona. Luego hay un momento en el que la relación no es lo mismo, que quieres a esa persona pero que ya no la miras de la manera en la que la solías mirar pero que aun así seguirías dando la vida por ella. Pero no puedes seguir con esa persona. No sé, ambos queríamos otra cosa, y sentíamos que nos habíamos estancado, así que decidimos ambos de manera cordial dejarlo.-me llevo el vaso a los labios dando por terminada mi explicación.

-A lo mejor no estabais enamorados de verdad o a lo mejor es, que el amor no existe.

-Puede ser...-la observo y la mantengo la mirada, ella me mira como si quisiera leerme la mente o algo parecido.

Se echa para atrás, volviéndome a mirar antes de sonreír y cerrar los ojos. 

-No sabía que eras de esos.-susurra otra vez guiándose por estereotipos.

-¿De esos?-cuestiono divertido.

-Si, con todos esos tatuajes, tus piercings y tu manera de mirar tan fría, tan indestructible. Me cuesta verte con una chica, en plan moñas. No te pega nada.-alega incorporándose en la silla y arrugando la nariz.-Además, pareces sacado del típico libro donde el chico malo y tatuado tiene un pasado oscuro por lo que él está atormentado.

-Bueno, todo esto ocurrió antes de ser así, éramos unos críos. Y deja de leer tantos libros, todo lo que sale es mentira.

La miro fijamente,  la última vez que la vi fue desnuda con los brazos y las piernas atadas mientras que su camiseta rota le tapaba los ojos a modo de antifaz.

No sé que me pasó aquella tarde, me prometí que no pasaría, pero fui incapaz de controlarme, con ella no puedo.

-Yo sé que ocultas algo.-afirma.

El caos en la tempestad: EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora