POV Laia
-No me puedo creer que estes con Katie.-me sorprendo llevándome las manos a mi boca.
Me ha costado unos cuantos días que me lo cuente. Pero después de mucho insistir me dijo que cuando se sintiera preparado me lo contaría, también me hizo prometer que no le diría nada a nadie, incluso ni a la coprotagonista de la historia.
-No, estar ahora no estamos, bueno, no sé como estamos.-se rasca la barbilla.-Porque cuando nos viste en el pasillo estábamos discutiendo, yo la pedí que me diera una segunda oportunidad y la muy cabezota me empezó a sacar mierda, MIERDA DE MI PASADO.-grita Alexandro mientras que me pasa demasiado fuerte la pelota de tenis con la que estamos jugando.
-¿Y por qué dejasteis lo que teníais?-le devuelvo a lanzar la pelota.
Hoy hemos aprovechado a ir al bosque, eso si, sin salir del internado, bajo la atenta mirada de Áyax para seguir con los planes de mis amigas. Y él ha aprovechado que nadie podía oírnos para contarme su pequeño secreto con mi compi de habitación.
-Por tu culpa.-me suelta sin paños calientes, lo que hace que me revuelva incomoda en mi sitio y me ponga recta contra el árbol donde estoy apoyada.-No te rayes, no fuiste tú directamente, más bien tus amigas y tus salidas nocturnas.
Alexandro está en frente de mi sentado en el suelo, apoyado contra otro árbol. No estamos lo demasiado lejos el uno del otro por lo que nuestras piernas están unas encimas de las otras.
-Ella se creyó que yo me estaba acostando contigo y con ella a la vez. Y claro en vez de preguntármelo, se lo creyó basándose en mi pasado. Y luego encima se enteró de que tú y yo al principio del curso nos liamos. Así que se puso como una loca, yo la dije que tú para mí no significas nada.-hago una mueca ante su sinceridad.-No te ofendas pero para mí eres mi hermana, me refería a algo más, como lo que ella es para mí. Pero la muy cabezota no me hizo caso. Y de la impotencia de que creyera antes en otras personas que en mí la deje en la biblioteca llorando, en vez de intentar arreglarlo.
-Claaaaro, ahí es cuando la encontré llorando y fui a intentar consolarla. Madre mía, no entiendo cómo no me mordió y me arrancó un brazo. Pobrecita, que la causante de tus problemas sea la que intente consolarte no creo que sea plato de buen gusto.
-Creo que eso la gustó, que te preocuparas por ella y la integraras en el grupo. Ella dice que el culpable soy yo, que tú no debes de tener ni idea porque no te ve tan falsa y tan mala persona como para acercarte a ella mientras te estás tirando a su novio. Además se relajó más cuando la dijiste que te gustaba uno de último curso.
-Por eso te enfadaste cuando te pedí que me ayudaras a darle celos a "H".-digo juntando ahora todas las piezas e ignorando el hecho de que mis amigas piensen que me gusta uno de último curso.
A veces duermo mal por los remordimientos de conciencia. Pero es algo que no pienso confesar a nadie. Es mi culpa por no querer afrontar la verdad. Me pregunto si a mi madre también la pasará.
-Hombre, que la que se supone que es mi novia, con la que no estoy pasando por un buen momento, me lance a los brazos de otra chica por la cual hemos discutido, no me parece muy normal, la verdad.-rueda sus ojos.
El viento empieza a hacerse presente como es ya costumbre por estas tierras. Estamos dejando a nuestras espaldas casi octubre. Pensé que odiaría el lugar pero a veces, y solo a veces, me da mucha tranquilidad tener tan cerca la naturaleza. Te hace que te pares y pienses, que reflexiones sobre la vida. En Barcelona era siempre un caos. Toda la gente va con prisas, hay muchos atascos y nadie se da cuenta de que la vida se pasa muy rápida.
-Ya, tienes razón, pero lo que no entiendo bien es el por qué aceptaste.-reflexiono intentando entenderlo todo al cien por cien.
-Para darla celos y que sufriera un poco. Que se diera cuenta de que debe confiar en mí y no en personas ajenas a la relación.
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El caos en la tempestad: Efímero
RomanceDe un día para otro me convertí en el caos dentro de mi vida, la cual estaba siendo una tempestad. Además, cuando todo parecía calmarse apareció un lobo feroz, el cual prometió devorarme, ¿o fui yo quien se lo prometió?