Capítulo 6

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El día ha pasado increíblemente rápido y casi ni me he enterado. Cuando me he querido dar cuenta ha sonado el timbre que marcaba la finalización del día lectivo.

Más o menos, porque esta tarde aun tengo que pasar a limpio todos los apuntes que he tomado. Tengo pensado hacerlo hoy después del castigo. Así que espero que limpiar los baños no me lleve mucho tiempo y así ir un rato antes de cenar a la biblioteca.

Recojo mis libros y salgo rápidamente del aula. Cuando cruzo la puerta empiezo a correr por el pasillo cuyas paredes están recubiertas por papel pintado, el cual tengo que decir que es horrorosamente feo. Tengo que cruzarlo para llegar a la parte donde están las taquillas, en la zona de piedra. El internado es un poco raro a lo que decoración se refiere, en lo demás también pero ese es otro tema. Las habitaciones, el gimnasio y las pistas de deporte son modernas mientras que las clases, los pasillos y las zonas comunes son del siglo pasado.  

Me pego a una pared, para no estamparme con el chico pelirrojo de mi clase de química, con la mala suerte de que casi tiro un cuadro. Si me viera algún profesor seguro que me castigaría. Aunque bueno, ya he dejado un poco claro que eso me da igual.

Cuando llego a mi taquilla meto los libros que no necesito y cojo lo que me hará falta para esta tarde. Echo un vistazo al móvil y veo que tengo que darme más prisa si quiero cambiarme antes de comer, puesto que nada más comer tengo que irme al castigo. 

Llego a la habitación y veo que tengo cinco minutos para cambiarme y no llegar tarde a comer. Porque resulta que si no llegas puntual a las comidas, cenas o desayunos te pueden amonestar. Tiro todos los libros a la cama y la ropa a la silla. Me pongo una camiseta de tirantes blanca muy apretada, por lo que no me hace falta sujetador. Es una buena manera de ir rápido y no perder el tiempo, y unos pantalones cortos rojos. Cuando estoy saliendo por la puerta retrocedo y cojo la sudadera que se encuentra en la mesa y me voy volando al comedor.

Durante la comida las chicas me han recomendado que no insulte a White, y que si tengo ganas lo haga en mi mente. La verdad es que por está vez les voy a hacer caso, porque no quiero más castigos.

***

-Espero que este descansada.-me dice Áyax haciendo que me levante de un salto del frío suelo.

Ignoro su cara de "soy el que manda" y me limpio el polvo imaginario del culo.

-Terminemos cuanto antes ¿quiere?-le respondo pasando por su lado haciendo que nuestros hombros se rocen sin querer mientras entro al gimnasio.

Ese mínimo roce ha hecho que vibre todo mi cuerpo. Será el morbo de que sea el profesor, pienso.

-Háblame con respeto.-me riñe mientras cierra de un portazo la puerta del gimnasio.

Por un momento pienso que la cristalera se va a romper tras su golpe. El condenado tiene fuerza.

-Le estoy hablando con respeto, no como usted.-le desafío cruzando los brazos.

-Usted se cree que soy alguno de sus amigos para hablarme así, ¿no?

No lo pienso, de verdad que no. Pero no puedo mantener mi boca cerrada a cuanto él se refiere. No puedo controlarlo y eso me cabrea aun más.

-No, mis amigos están menos amargados que usted, ¿acaso folla bien? Bueno mejor dicho, ¿acaso folla? Porque con ese genio las debes espantar siempre.-le suelto.

Creo que me he excedido preguntando a un profesor que si folla. Mierda. De esta me echan.

-No es de su incumbencia pero la última vez que follé no fue muy buena.-me dice aguantándome la mirada.

El caos en la tempestad: EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora