Hacía mucho frío en ese sótano oscuro y sucio.
Mis dedos siempre estaban fríos.
Mi cuerpo pasaba la mayor parte del tiempo sin nada que lo cubriera y aunque realmente no podía sentir mis piernas o brazos mi mente si recordaba lo que era el frío y sabía que en una situación como esa, mis dedos estarían congelándose y, cómo los pensamientos de mi mente era lo único que vagamente podía controlar, lograba que a cada momento quería gritar del frío.
Me levanto poniendo mis manos bruscamente sobre el escritorio del director con la mirada baja y mi cabello cubriendo mi rostro.
Tratando de procesar las palabras de Lakaios, mi respiración se acelera y noto que no soy la única.
Adonis ha aparecido y es por su respiración, que se mezcla con la mía, que sé que está en el mismo estado que yo.
Levanto mis ojos, mis encendidos ojos morados y miro a Lakaios.
—¿Dónde está?—la ira empieza a correr por mis venas, mi corazón amenaza con explotar y la cicatriz de mi rostro empieza a palpitar incesantemente.
—Tienes que calmarte Athea.
—¡Dime donde esta!—exijo más fuerte, mi puño golpea el escritorio logrando que este se astille y que mis nudillos comiencen a sangrar.—Dímelo.
Enojo.
El ambiente del cuarto está lleno de enojo.
Pero Lakaios es inmune ante mi arrebato.
El director respira lentamente y abotona su viejo y sucio saco azul.
—Athea, tienes que tranquilizarte, sé que lo has estado buscando todo estos años pero es momento de parar. No te lo he mencionado para que lo busques, sino que para que sepas que yo lo atraparé, por ti, por esa niña. Tú tienes que esforzarte en mejorar.
Lakaios camina hacia mí mientras habla.
Sus manos se levantan para tomar mis brazos pero Adonis se interpone, sabiendo perfectamente que en el estado en el que me encuentro no es buena idea que me toquen.
Mis brazos tiemblan y las luces moradas empiezan a invadir mi visión.
—No puedo permitir que él vuelva a hacer algo como lo que me hizo a mí, esa niña...
—Lo sé. No lo permitiré, lo encontraré, esta vez lo haré.
—¿Adonde fue?— los ojos de Lakaios me miran y suspira sin estar seguro de que es bueno darme más información sobre el último paradero de él.
—En las afueras de Mythimna.—dice finalmente
—¿Mithymna? Eso no está muy lejos del pueblo abandonado ¿como no lo sentí?—menciono tratando de recordar alguna sensación rara en ese lugar pero no hay nada.
ESTÁS LEYENDO
MUNIS
FantasiHubo una explosión. Solo eso. Una explosión que calló a todo el mundo. Las risas, los parloteos...Todo quedó en un profundo silencio. Nadie se imaginó que los problemas comenzarían, que la tranquilidad de sus vidas sería eliminada tras esa explosió...