Las puertas del baño se abren y se cierran de golpe.
La pequeña ventana del baño se cierra tan fuerte que aparece una grieta en el vidrio.
No hay nadie cerca.
No muchos usan ese baño por ser el más alejado del colegio.
Se encuentra justo en la esquina de atrás de este.
Nadie va nunca, por eso mismo, de todos los lugares del colegio ese es su lugar y no precisamente uno que relacione con felicidad.
La chica de cabello blanco trata de regular su respiración pero es casi imposible.
Es lo único que se escucha: su respiración resuena por el solitario baño.
Su uniforme está arrugado y mal puesto.
No durmió nada anoche y esta mañana estaba demasiado agitada como para que le importara nada.
Por su piel una fina capa de sudor brilla con la pispileante la luz del baño olvidado.
Su blanco cabello cubre parte de su cara pero no le impide del todo ver su reflejo frente a ella.
Sus manos están sobre el descompuesto lavamanos.
Sus labios tiemblan por temor mientras grandes lágrimas bajan de sus escarchadas mejillas.
Sus ojos se cierran un segundo antes de que un desgarrador grito salga de sus labios.
El cuerpo de la chica cae al suelo de rodillas, aun con las manos agarradas al lavamanos.
—Por favor, basta te lo ruego, ya no puedo.—súplicas salen de sus labios, mientras una niebla blanca empieza a formarse a su alrededor llenando así todo el baño.
Gea se queda sentada unos minutos, repitiendo esas palabras una y otra vez hasta que puede tomar fuerza para levantarse aun con sus brazos y piernas temblorosas.
—Contrólalo, contrólalo, por favor.—los susurros continúan y aún con sus los ojos cerrados puede sentir como la niebla se vuelve más espesa hasta llegar al punto en que no puede respirar por la presión.
La niebla empieza a solidificarse insertándose como cuchilla sobre su piel.
Un quejido de dolor sale de los labios de Gea interrumpiendo sus repetitivos susurro.
—Basta, basta, basta, por favor.— no funciona, nada de lo que ella piensa o dice pasa.
Su propio poder está en su contra como si no fuera realmente suyo.
Una nueva solidificación incrustándose justo en su estómago obliga a la chica abrir sus ojos y ver, con temor, como sus ojos brillas de color blanco.
El cuerpo de Gea está completamente paralizado. La chica no logra respirar y ni siquiera hace el intento
Le costó despertarse esa mañana, como cada mañana que tiene clase de fuerza y resistencia.
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MUNIS
FantasyHubo una explosión. Solo eso. Una explosión que calló a todo el mundo. Las risas, los parloteos...Todo quedó en un profundo silencio. Nadie se imaginó que los problemas comenzarían, que la tranquilidad de sus vidas sería eliminada tras esa explosió...