Capítulo 16

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—¿Estas bien?—se acerca a mí, la peliverde, alzando su mano, con la intención de tocar la mía

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—¿Estas bien?—se acerca a mí, la peliverde, alzando su mano, con la intención de tocar la mía.

Pero yo me aparto, me levanto tan rápido que la silla cae al suelo, haciendo un gran ruido que asusta a la chica.

Talía aparta la mano y se queda mirando el suelo, con su respiración un poco agitada por el susto.

—Lo siento. — me disculpo, mirando mi cuaderno junto a mi desordenada cartuchera. Mi respiración se acelera al pensar en el poder de los recuerdos y como odio lo que producen en mí.—Estaba distraída.

—Escuché sobre la pelea con Eleni.—confiesa la chica en un susurro. Mis ojos van a los suyos y aunque esperaba encontrar compasión en sus ojos verdes, me sorprendo al ver un brillo inusual y una sonrisa de lado.—Bien hecho.—levanta su brazo alzando su puño hacia mí.

La miro unos segundos, antes de bajar mi mirada, ver mi mano y juntar nuestros puños con un pequeño golpe. Talía sonríe más grande, feliz de haber recibido más de una mirada de mí parte.

Sé que no soy fácil de tratar pero se siente bien saber que hay personas que pase lo que pase estarán ahí. Sonrío un poco antes de tomar mis cosas y meterlas sin ningún orden en mi maleta.

Mientras lo hago noto como Talía empieza a jugar con sus trenzas, como acostumbra a hacer cuando está pensando en qué decir a continuación.

—¿No tienes clases?—le pregunto caminando con ella al lado, saliendo del salón.

Talía niega con la cabeza, aun jugando con su cabello.

Asiento ante su contestación, y comienzo a ponerme nerviosa al no encontrar más temas de conversación.

Talía ha estado más callada desde aquella noche. Normalmente habla mucho acerca de lo que ha aprendido en sus clases o de lo que ha encontrado en sus libros de texto. Pero ha estado bastante callada últimamente, lo que me pone más nerviosa que su constante parloteo.

Mi mente va de un tema de conversación a otro, sin poder encontrar el indicado. Y mi nerviosismo provocado por mi poca practica en socializar me aturde a tal grado que no me doy cuenta cuando los pies de Talía se detienen. Es hasta que mi mente logra encontrar un tema adecuado, cuando me giro tan solo un poco para comentárselo, que me doy cuenta que estoy caminando sola.

Me giro confundida y veo a Talía unos pasos detrás de mí. Se ha quedado un poco paralizada, mirando el pasillo a su derecha.

Me acerco a ella para preguntarle qué ocurre, cuando estoy frente a ella, ella sujeta mi brazo y me hace girar haciendo que vea lo que ve.

Las pocas personas que están en el pasillo también se han quedado calladas, sin poder evitar mirarla.

La chica nueva, la chica de cabello morado, camina por el pasillo con la cabeza bien alta. El saco azul del uniforme lo tiene perfectamente liso y a pesar de que todos se arremangan las mangas por el calor ella cubre completamente sus brazos.

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