Capítulo 38

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—Hay muchas estrellas

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—Hay muchas estrellas.—mi voz suena apagada, sin necesidad de hablar más fuerte, no es más que un susurro, debido que ya casi es medianoche y que Adonis y yo nos encontramos acostados en la azotea del colegio, viendo las estrellas y disfrutando de la fría brisa.

—Si no paras de observarse te perderás de lo lindo que está el cielo con todas estas estrellas.

Volteo mi rostro y mis ojos chocan con los de Adonis que no han parado de mirarme desde lo que pasó.

Ha dejado su morado cabello largo, sus manos están sobre su estómago y su cara está completamente seria.

—No es tu culpa.—le susurro dejando algunos mechones de pelo de su claro rostro.—No puedes protegerme pero no fue tu culpa. Yo no te culpo a Adonis. — noto como sus ojos se llenan de lágrimas de frustración.

Su mandíbula se tensa, aprieta sus puños y voltea a ver las estrellas sin verlas realmente.

—Yo tuve que haber sido más fuerte. — su enojo es evidente y me hace sonreír.

Tomo su puño, abriéndolo para juntar nuestras manos.

Adonis voltea a verme y yo hago lo mismo.

—Eres la persona más fuerte del mundo.—Adonis chista con su lengua.

—El director es más fuerte.— dice

Hace un puchero cruzando sus brazos sin soltar mi mano lo que me hacer quejarme un poco, pero luego me río por su comentario.

—Lo vencerás algún día. No tengo duda en eso.—le digo para animarlo pero me mira con horror como si pensar en la posibilidad que alguien derrote a la persona que él más admira es mucho peor que la frustración de nunca poder derrotarlo él mismo.

Me río antes su cara.

Suspiro volviendo a ver las estrellas.

Separo nuestras manos entrelazadas y levanto mi mano hacia el cielo para tratar inútilmente de agarrar una estrella.

Adonis me imita logrando que nuestros brazos choquen.

—Saldremos adelante, mejoraremos juntos y podremos dejar de huir. Algún día, finalmente, podremos vivir sin huir. — elevo la voz un poco con intención de que mis palabras queden grabadas.

—Estaremos juntos por siempre, ¿verdad?—pregunta en un susurro, volteo a ver a Adonis que sigue con las manos hacia el cielo, él me mira de regreso con una hermosa sonrisa.

Le sonrío y junto nuestras manos nuevamente.

—"Siempre" es mucho tiempo ¿no?—bromeo y Adonis levanta su mano libre hacia su corazón y se queja de un dolor completamente falso.

Me río por el drama pero apreto más su mano.

—Lo estaremos. — una ventisca nos deja en silencio.

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