Dios.
Se me secaron las neuronas de tanto pensar.
¿Tenías neuronas?
Que graciosa.
La puerta de la habitación se abre de un golpe haciéndome gritar.
¡LOLA! – Gritó. – Mira lo que encontré. – Me llevé una mano al pecho para tranquilizarme.
La puta que parió a Jesús. – Murmuré. Lo mire enojada. – ¡Connor! No entres nunca más así. – Suspire. – Casi muero de un puto paro cardiaco. – Cerró la puerta y se sentó en frente mí en la cama apartando la nota con la maldita frase.
Sonrió.
Ten. – Me entregó un papel.
Lo tome.
“…a la hora de jugar…”
¿Qué es esto? – Pregunto.
Dame ese y ten este. – Me entregó otro papel.
Queridos hijos, supongo que ya adivinaron como va esto. Sabía que saldrían con la inteligencia de su madre. Encontraron la primera parte.
Suerte.
M.
¿Qué…? –
No hables. Ya pensé un poco las cosas. Solo escúchame. – Asentí. Tomó el papel con la frase y la junto con la otra frase. – Si juntamos las dos hojas se forma una oración. “Las paredes esconden secretos a la hora de jugar” –
Las paredes esconden secretos a la hora de jugar. – Repetí lentamente.
Asintió.
¿Ya te diste cuenta? – Preguntó.
La verdad… – Lo mire mientras me frotaba la barbilla. –… No. –
Resopló.
Eres más estúpida que una vaca. – Abrí la boca ofendida. Siguió hablando. – En la carta de la abuela escribía que nadie sabía dónde quedaba la casa de nuestros padres en Australia. – Asentí. – Pero Charles si lo sabía ya que él fue quien asesinó a nuestros padres en esa casa. –
Cierto. –
Él los asesinó mientras nosotros estábamos escondidos en las paredes. En el escondite que se encontraba en la cocina. –
¿Quieres decir que la carta está en la cocina? – Pregunté.
No. – Maldita sea. – Quiero decir que está seguramente escondida entre las paredes. –
Pero no creo que nunca la encontremos. – Dije alzando los hombros. – Quiero decir no sabemos dónde está la casa. En que maldita pared está escondida, sí es que lo está. Y no podemos salir del país sabiendo que gente quiere asesinarnos o torturarnos. –
Me recorrió un escalofrío al recordar cuando me secuestraron.
Lola. ¿Puedes dejar de ser negativa por una vez? – Soltó mirando serio. – Necesitamos encontrar la carta. Por qué mamá y papá seguro querían eso. Así que ayúdame. –
Suspire.
Está bien. ¿Y cómo rayos la encontraremos? –
Solo hay que seguir con los papeles. –
Espera…¿De dónde sacaste esto? – Pregunté cruzándome de brazos y señalando con la mirada los papeles que tiene en la mano.
Uh…yo fui a la casa de la tía Abby. –
ESTÁS LEYENDO
Los hijos de la Mafia (Editando)
Teen Fiction"¿Acción? -preguntó. - ¿Crees que todo esto es una película de acción? ¿O un libro de ciencia ficción como los que tú lees? -Negó. -No bebé. Esta es la vida real. Personas reales mueren, tú podrías ser una de esas personas." Portada hecha por: lou...