Capitulo 43

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Cuando ya habíamos aterrizado, el Jeep negro de Daniel nos esperaba en el estacionamiento. Según él había pagado una fortuna para hacer que lo trajera aquí. No pregunté nada más, hasta que pasamos por delante de mí casa, para seguir adelante y estacionar cinco casas más adelante.

Abrí la puerta y corrí hacia la puerta, que obviamente estaba cerrada con llave. Me giré, frustrada, hacia Daniel y caminé hacia él.

¿Las llaves? – Pregunté estirando la mano. Miró mi mano un momento detenidamente y la tomo.

¿Por qué tienes los nudillos rojos? – Preguntó mirándome con una ceja alzada. Sonreí inocentemente.

Después de que golpee a Liz, me empezó a doler la mano. La tipa esa tendría algún botox seguramente en la cara.

Me...me golpee la mano contra la pared. – Solté una risita nerviosa. – Sabes lo torpe que soy. Ya, dame la llave. – Soltó mi mano y me entregó la llave, pero mirándome con los ojos entrecerrados.

Seguramente sabe que mientes.

Giré rápidamente y caminé hacia la puerta otra vez para introducir la llave y abrir la puerta. La deje abierta para que ambos machos entraran con las maletas.

¿Podrías ayudar? – Preguntó Connor.

Ya los ayude abriendo la puerta. – Dije riendo. Rodó los ojos y siguió con las maletas.

Empecé a caminar viendo las cosas. La casa era como la de Daniel, así que más o menos conozco la estructura.

Subí las escaleras y caminé hacia el pasillo derecho, encontré tres puertas. Abrí la primera dónde había una habitación con una cama individual, en la otra puerta había un baño y en la última había otra habitación con una cama matrimonial.

Todo normal.

Me alejé de ese pasillo y caminé hacia el izquierdo, que tenía otras tres puertas.

¿Por qué las casas son tan grandes? No lo entiendo.

Abrí la primera donde encontré otra habitación. Esta era la habitación más grande.

Mía.

Sonreí y cerré la puerta. Abrí la otra, donde había un ropero que daba un poco de miedo.

Mierda.

Cerré esa puerta, justo cuando escuché un ruido.

Tal vez solo sea una rata.

Caminé hacia la puerta del fondo y la abrí. Este también era un pequeño ropero, pero con una escalera en el medio.

Uh, tal vez sea el ático.

Sonreí cada vez más emocionada. Siempre quise subir a un ático. Miré detrás de mí para saber que no había nadie en el pasillo. Gire mi mirada hacia la escalera y subí el primer peldaño, haciendo que la escalera se balancee un poco.

Suspire y subí los otros peldaños hasta llegar a arriba. Escruté los ojos en la oscuridad.

¿Dónde hay una luz?

Tantee la mano entre la oscuridad hasta tocar un cordón. Lo jale haciendo que la bombilla titile un poco hasta quedar prendida.

Terminé de subir completamente y gatee unos metros lejos de la entrada hasta quedar de pie. Caminé hacia unas cajas.

Tal vez las otras personas se olvidaron algo.

Había dos filas de tres cajas. Tome la primera caja de la primera fila, donde estaba escrito con marcador negro:

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora