Golpee otra vez mi cabeza contra la pared.
Lola. Para. – Dijo sentado desde la cama. – Vas a hacerle un hoyo a la pared. –
Pues mejor. – Contesté malhumorada. – Solo espero que si se abra uno para poder dejar mi cabeza ahí hasta que me muera. – De hambre. – Como los avestruces. Como ellas en la tierra, yo prefiero la pared. – Golpee otra vez mi cabeza.
Suspiró.
¿Qué pasa? –
¿Sabes lo que pasa?
Que el maldito que nos hospeda en esta casa, anoche me besó apasionadamente y ahora se está revolcando con “Liz” que se les escuchan los gemidos por lo menos hasta China.
Nada. – Contesté golpeando otra vez.
Se levantó de la cama y colocó su mano donde iba a golpear la pared por lo que termine golpeando su mano.
La sacó rápidamente quejándose.
No seas tan bruta. – Sacudió la mano mirándome mal. – Me hiciste mal. –
Suspire y deje de golpear mi cabeza ya que me estaba haciendo mal la frente y me dolía la cabeza.
Me senté en la cama y él enfrente de mí.
Sé que pasa algo. Pero cuando quieras puedes contármelo. – Se encogió de hombros. – Ahora volviendo al tema de la carta. –
Sí. ¿Qué pasa? –
Sabemos que hay una posibilidad de que la carta esté en la casa de Australia, por lo que tendremos que viajar hacía allí para averiguarlo. –
Lo sé Connor. ¿Pero cómo encontraremos la casa? ¿Y como sabremos si la casa no está ocupada o destruida? Han pasado muchos años, creo. ¿Además cuando iremos? –
No lo sé Lola. – Suspiró. – Creo que tendríamos que esperar diez días. Cuando ya el primer año haya terminado. Nos sacaríamos un peso de encima. –
Okey. – Dije cerrando los ojos por un momento.
Estúpido Daniel que no me dejó pegar un ojo en toda la noche.
¿Estás bien? – Abrí los ojos.
Sí. Es solo que tengo hambre. – Bostecé. – Y sueño. Y esas son malas combinaciones. – Rio.
¿Quieres que te traiga algo de comida? – Preguntó. – Por que anoche no cenaste. –
No. Descuida, iré yo. – Me levanté y solté un bostezo. – Si no vengo dentro de unos veinte minutos estaré o dormida en la cocina o en las escaleras. –
Está bien. – Se levantó. – Mejor yo iré a mi habitación a hacer unas cosas así te dejo dormir. – Traté de levantar una ceja pero acabe levantando las dos.
Diablos, necesito practicar.
¿Qué cosas? – Pregunté curiosa.
Rodó los ojos.
Eres una malpensada. – Dijo abriendo la puerta, lo seguí y la cerré.
No. Eres tú el que dice cosas con doble sentido haciendo que mi mente piense algo malo. – Caminé hacia las escaleras, él caminó hacia el lado contrario.
¡Es lo mismo! – Gritó antes de entrar a su habitación.
Baje las escaleras hasta entrar en la cocina.
Abrí la heladera encontrando solo un sándwich, lo tomé y lo olfateé.
No tiene mal olor.
Me encogí de hombros y le pegué un mordisco.
Rico.
Me senté en la mesada de un salto y balancee mis pies teniendo mi vista de la puerta de la cocina hacia la puerta de entrada dónde estaba Daniel con alguien.
Pero la espalda de Daniel no me dejaba ver.
Diablos, debía ser la zorr…digo Liz.
Me bajo de un salto y camino sigilosamente como un gato hasta la puerta de la cocina y asomo un poco mi cabeza.
De aquí veo un poco mejor.
Una chica alta, pelinegra de ojos verdes, media morena con un traje de mucama, tenía las bubis más enorme que las de Kim Kardashian, cuando le dio un corto beso en los labios a Daniel y se dio la vuelta, se vio su enorme culo más grande que el de Nicki Minaj.
Okey, exagero un poco.
Pero era bonita.
Daniel cerró la puerta y se giró dispuesto a ir hacia el piso de arriba, pero dirigió su mirada hacia donde yo estaba y caminó hacia a mí.
Salgo detrás de la puerta y me siente rápido en la mesada mordiendo mi sándwich.
¿Cómo patos hacía para darse cuenta de que yo espiaba?
Porqué te escondes mal. – Dejé de masticar para levantar la vista hacia Daniel.
¿Eh? –
Hablas en voz alta. – Respondió dirigiéndose hacia la lacena para sacar un vaso y servir agua. Se apoyó de espaldas para mirarme.
Oh… – Mi mirada estaba todo el tiempo sobre el sándwich.
Delicioso e interesante sándwich.
Y… ¿Quién era? – Pregunté tratando de romper el maldito silencio.
¿Quién? – Bebió un sorbo. – ¿La chica sexy que estaba en mi puerta? – Apreté los dientes y asentí. – Oh. Ella es Liz, la chica que viene a limpiar. –
Claro. A limpiar. – Murmuré bajo.
¿Perdón? –
Nada. Nada. – Me termine el último bocado del sándwich y me baje para irme.
Espera. – Me quedé quieta y me di la vuelta cruzada de brazos. – Hoy es el último día que viene Liz a limpiar ya que se irá con su familia por unos días en San Francisco. –
¿Y? –
Ya que ayer no te dije el castigo. Ahora te lo diré. – Terminó de beber el agua y se acercó a mí.
Esto va a ser bueno.
¿Y cuál es? –
Tú te encargaras de la casa. –
¿Qué? – Fruncí el ceño confundida.
¿Acaso eres sorda? – Rodó los ojos. – Tú te encargaras de la casa. Limpiaras, cocinaras, etc… –
¿Me ves cara de Cenicienta? – Me señale la cara con el dedo.
Sí. – Me empezó a empujar hasta salir de la cocina. – Empezaras mañana. –
No me hables como si fueras mi jefe. – Caminé hacia las escaleras con él detrás de mí. – Y si quieren morir envenenados está bien. Si quieren que les queme la ropa está bien. – Se quedó en silencio mientras subíamos las escaleras.
Hizo un gesto afirmativo.
¿Qué? – Pregunté cuando llegamos al final de las escaleras.
Lindo trasero. – Comentó mientras se iba a su habitación dejándome con la boca abierta.
Pervertido.
Tú eres igual.
Holas!
Okey, el castigo no es muy: WOW pero va a ser muy divertido :D
Espero que les guste.
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Adiós!
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Los hijos de la Mafia (Editando)
Roman pour Adolescents"¿Acción? -preguntó. - ¿Crees que todo esto es una película de acción? ¿O un libro de ciencia ficción como los que tú lees? -Negó. -No bebé. Esta es la vida real. Personas reales mueren, tú podrías ser una de esas personas." Portada hecha por: lou...