Capitulo 39

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En el camino me quede pensando en la misma pregunta.

¿Qué tiene él?

Un movimiento junto a mí, hizo que me sobresaltara.

¿Connor? — Murmuré.

Movió un poco la cabeza y luego abrió los ojos. Pestañó un par de veces y me miró con su cara de moribundo.

¿Lo...la? — Suspiro, cerró los ojos y recostó su cabeza en mi hombro. Mire a Marcus que estaba a mi izquierda, concentrado mirando por la ventana.

Bien, al menos no se dio cuenta.

¿A...dónde vamos? —

Shh. — Chistó Daniel.

Alcé la mirada para ver su rostro enojado. Me quedé un segundo mirándolo, para volver mi vista hacia Connor.

Cerré los ojos un minuto y luego los abrí. Apoye como pude mi cabeza en la suya y nos quedamos en esa posición hasta llegar al Banco.

Marcus me tomo del brazo y me hice bajar, mientras Daniel tomaba a Connor y lo bajaba como podía del auto.

Tras cerrar las puertas empezamos a caminar hacia la entrada, sentía algo frío y de metal en la parte baja de mi espalda, que no quise preguntar que es.

¿Puedes cargarlo tú ahora? — Preguntó Daniel mirando a Marcus.

¿Qué? —

Puedes llevarlo. — Señaló con la barbilla a Connor que venía medio moribundo pero estable. — No sé si sabes, pero es un poco pesado. —

Escuché un bufido y gruñido detrás de mí.

Si llegas a correr. — Murmuró en mi odio. — No dudaré en dispararte. ¿De acuerdo? —

Asentí lentamente.

Se separó de mí y vi como Daniel dejaba a Connor un minuto parado antes de que Marcus lo tomara.

Sentí como Daniel me tomaba de los brazos, posicionándose muy cerca.

Muy cerca.

Seguimos caminando hasta llegar a la entrada, abrimos la puerta y nos adentramos.

Lo más interesante es que nadie pregunta porque estamos tan juntos.

Nos colocamos en la fila.

Genial.

Ahora hay que esperar como tres horas y nadie nos ayuda.

Un oficial estaba ubicado cerca de nosotros.

Dios, sí.

Lo miré y empecé a articular palabras con mis labios.

El oficial me miró un segundo sin entender.

"Ayúdennos"

Miré a mi hermano indicándole.

Creo que entendió mi clave morse ya que se acercó.

¿Todo en orden? — Preguntó con el tono serio de los oficiales.

Sentí a Daniel tensarse.

Sonreí.

Mi plan iba funcionando.

Sí. Ningún problema. — Contestó Charles.

Ni una palabra. — Susurró disimulando en mi odio, cuando iba a abrir la boca.

Mierda.

¿Por qué están tan juntos? — Preguntó observando como Daniel se apegaba más a mí. Se separó un centímetro de mí y rodeó con un brazo mis hombros.

¿Qué? — Espetó. — Ahora ninguna pareja puede tener algo de cariño. —

¿¡Que?!

Miré a Daniel como si estuviera loco. Dirigí mi mirada hacia Marcus que tomaba a Connor de un brazo.

Connor ya estaba del todo estable, así que con Marcus parecían dos amigos.

El oficial levantó las cejas mirándonos.

¿Son novios? —

Antes de que pudiera abrir la boca, Daniel se me adelantó.

Sí. — Me besó la cabeza y me recorrió un escalofrío.

Bien, sí está todo bien. — Me miró varios minutos, esperando que dijera algo, pero solo me mantuve callada. — Me retiro. — Suspiro y se alejó.

Bien hecho. — Dijo Charles. Me sacudí bruscamente para que Daniel dejara de tocarme.

Tranquila. — Murmuró. Avanzamos en la fila. Quedaban unas seis personas. — ¿Te acuerdas que te dije que tenía un plan? — Asentí lentamente, sintiendo la mirada de Marcus. — Bien, este es el momento. Ten. — Colocó algo frío, de metal en mi mano. Era algo pequeño. — Es una navaja. Este es el plan. — Avanzamos un puesto más. — Cuando cuente hasta tres, te soltaré. Tú saldrás corriendo hasta la entrada. Yo golpeare a Marcus y Connor saldrá detrás de ti. —

¿Y que hay con tú padre? — Logré susurrar.

Creo que ya empezaron a sospechar que algo pasaba.

Me las arreglare. Tú solo as lo que te digo. Cuando salgas, a la derecha, hacia dos calles de aquí, está el Jeep estacionado. Aquí está la llave. — Metió con cuidado las llaves en mi bolsillo. — Quiero que enciendas el auto y vayan a mi casa.  —

No. Esperaremos por ti. — Avanzamos otro puesto más en la fila.

Mira, si no llego en diez minutos se irán. ¿De acuerdo? — Suspire.

Está bien. —

Bien. — Cuando ya quedaban dos puestos, Daniel contó hasta tres y me soltó. — ¡Ahora! —

Era el momento. 

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora