Capitulo 11

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Me desperté por el impacto de una cachetada en mi cara.

¡¿Por qué fue eso?! – Le grité a la persona que me había pegado.

Es que no te despertabas. – Reconocí la voz de Connor. Abrí los ojos haciendo que me den punzadas en la cabeza.

Oh Dios mío Connor. ¿Por qué me duele la cabeza como si me la hubiesen taladrado? – Me llevé una mano ahí. Observe la habitación en donde me encontraba. – ¿En dónde mierda estamos? – Observe mi ropa. Traía una camisa y unos shorts cortos de dormir – ¿Y mi vestido? –

Wow. Alto ahí vaquero. Deja de hacer tantas preguntas y toma esto – Me dio una pastilla. Lo mire desconfiando. ¿Cómo sabré si no es droga? .Rodó los ojos. – No es droga Lola. Es solo una pastilla para el dolor de cabeza. – Ignorando el hecho de que me leyó la mente, tome la pastilla y me la lleve a la boca.

Pero como sabrán las pastillas no se terminan de tragar si no tomas agua, cosa que el estúpido de Connor se olvidó de traer.  

Así que está sentado junto a mí observando como moría por que la maldita pastilla no pasaba por mi garganta.

Connor…agua – Dije golpeándolo. Seguía tragando saliva para por lo menos que se vaya con la saliva, pero no…la maldita seguía raspándome la garganta.

Cuando creo que al fin se dio cuenta, salió como un rayo de la habitación , mientras yo trataba de respirar.

Pero no aguantaba más.

Ya podía imaginarme el título del periódico…

Adolescente muere por una pastilla en la garganta” o “Adolescente muere porqué el estúpido de su hermano se le olvido traerle agua

El segundo título me parecería más correcto.

Cuando ya podía escuchar la voz de Dios hablándome, llegó Connor con el vaso de agua. Se lo arranqué de las manos  y me trague de un sopetón el agua, haciendo que la pastilla caiga a mi estómago o a algún lugar de ahí. 

Eres…¡Un Inútil! – Grité arrojándole el vaso, pero ya que era de plástico, apenas se acercó a Connor. – ¡Casi muero! –

Oye, pero te traje el agua – Dijo alzando las manos. Suspire y me senté otra vez en la cama.

¿Dónde Estamos? – Pregunté otra vez. Recordé la fiesta de Chris. – Espera. Ayer fuimos a la fiesta de Chris? –

Sí y en consecuencia terminaste borracha y drogada. – Dijo sentándose al lado mío enojado.

¿Cómo dices que dijiste? – Pregunté al estilo Hannah Montana. – ¿Drogada? ¿Borracha? –

Sí. – Contestó enojado. – Te deje sola un momento y te encontré drogada y borracha. Empezaste a decir que veías pandas voladores que te pedían sexo salvaje. – Sentí mi cara arder.

¿Otra cosa más? –Pregunté.

No. Agradece enana, que te tuve que traerte hasta la casa de Daniel –

Estamos en la casa de Daniel? –

Sí. Estamos en la habitación de invitados. –

Oh – Fue lo único que salió de mi boca. – ¿Y a donde está él ahora? –

No lo sé. Dijo que tenía asuntos que resolver. – Se encogió de hombros. – Y espero que no te metas en problemas yo necesito ir con los abuelos y los tíos, hace días que no recibo noticias de ellos. – Se levantó, me besó la frente y se dirigió hacia la puerta.

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora