Capítulo 3

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-¿Si? –contestó Connor su celular. Me miró–. Sí, ahora le aviso. –Fruncí el ceño mientras le daba un sorbo a mi café. –Claro, no hay problema. Bueno, te esperamos. –Dejó su taza a un lado. –Adiós, también te queremos.

-¿Quién era? –le pregunté.

Terminé de tomar mi café y dejé la taza en el fregadero.

-La tía Abby. Me avisó que iba a ver una fiesta por el cumpleaños de la tía Betty –dijo rodando los ojos. Ahg, no es que odiemos a la tía Betty, sino que es muy perfeccionista, no quiere ningún error. Habla todo el tiempo, parece un loro. Aparte también tiene una verruga como una pelota de Básquetbol en la mejilla y una más pequeña en la nariz.

-¿Cuándo es?

-Hoy.

-¿Y por qué llamó la tía Abby?

-Porque ella va a venir para que te vistas bien –dijo –. La fiesta comienza a las diez de la noche por lo que va a venir a las siete.

-Oh. –Fue lo único que pudo salir de mi boca. –Cambiando de tema, ¿qué quieres haces? ¿Damos una vuelta?

-Lo siento, Lola. ¿Te acuerdas de Matt? –Asentí. Matt era el mejor amigo de Connor, pero un día se mudó a no sé dónde y no lo volvimos a ver más. –Bueno, yo seguí comunicándome con él, cuando le dije que me vine a California, me dijo que estaba aquí, por lo que vamos a ir al cine o algún lado junto con James.

-¿Y por qué con James y no conmigo? –pregunté frunciendo la entre cejas.

-Porque tú eres una chica y queremos hacer cosas de chicos, y hablar de chicas –dijo sonriendo como tonto.

-No es justo. ¿Y qué haré mientras tanto? –Me lancé al sofá, él sólo se encogió de hombros.

-No lo sé, puedes ir a dar una vuelta, conocer a los vecinos. O podrías ir al mercado, porque no tomaremos café todo el tiempo.

-Creo que haré las compras. Llamaré a la tía Abby para que me acompañe porque yo no conozco de este lugar.

-Está bien. –Caminó hasta mí y me besó la frente. Amo que haga eso. –Te veo más tarde, enana. –Fue hasta la puerta mientras se colocaba su chaqueta y luego salió del apartamento.

Suspiré mientras me acomodaba mejor en el sofá. Después de varios minutos tocaron la puerta.

-¿¡Quién es?! –grité.

-Soy la vecina de al lado. –Se escuchó la voz de una anciana.

Me dirigí hacia la puerta y la abrí dejando ver a una mujer de cincuenta años con esos vestidos, que parecen túnicas, pelo medio canoso con un sombrero arriba y una linda sonrisa, que irradiaba confianza.

-Mucho gusto. Soy la vecina de al lado, me llamo Mildred. –Estrechó su mano hacia adelante, la acepté gustosamente.

-Soy Lola, mucho gusto–dije sonriendo –. ¿Quiere entrar? –Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

Normalmente en los libros, novelas y películas se dice eso. Pero esto no es un libro, una novela y mucho menos una película así que no sé qué carajos decirle.

-Gracias por la oferta, pero me tengo que ir –dijo insegura. ¡Lo sabía!

Aquí no se aceptan invitaciones de extraños que apenas conoces.

Malditos libros y películas.

-Oh. Está bien, no hay problema.

-Adiós.

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora