Capitulo 32

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Claro, que no fuimos a buscar la carta.

Primero fuimos hacia una compañía de arquitectos.

¿En qué puedo ayudarlos? - Pregunta el jefe, Raúl, desde su escritorio, donde está lleno de planos de casas y de algunos otros papeles.

Necesitamos encontrar una casa. - Explica Connor mientras yo juego con un pequeño gatito que está recostado sobre un sofá viejo. - Es antigua y nadie puede encontrarla. -

¿Y para que la buscan? - Pregunta alzando una ceja.

Cuando éramos niños vivíamos en esa casa, dejamos... un tesoro muy valioso, para nosotros. - Me señala a mí.

Nos mira dudativo y saca unos papeles de un cajón.

¿Puede decirme los nombres de quienes eran sus padres? Tal vez los haya anotado aquí. -

La casa está a nombre de Margaret y Frank Gotla. - Explica Daniel.

El hombre empieza a revisar los papeles, hasta que se queda en uno y lo contempla como si estuviera recordando algo.

Mira a Connor y luego a mí.

Le empieza a temblar la mano, ya que la hoja se sacude levemente.

Frunzo el ceño mientras acaricio la cabecita del gato, haciendo que empiece a ronronear.

L-Lo siento, esos nombres no aparecen en estos papeles. -

Daniel se acerca al jefe y le arranca bruscamente la hoja de las manos, antes de que pudiera guardarla.

¿¡Que está haciendo!? - Raúl se levanta de su silla, claramente furioso. - ¡Devuélvame eso! - Daniel no le hace caso y sigue leyendo.

Después suelta una risa.

Gracias por la ayuda. - Dice levantando la hoja.

Raúl se acerca a Daniel, apunto de golpearlo, pero Daniel es un poco más rápido y le toma el puño, antes de que pueda siquiera tocarlo.

 Sonríe cínico y le dobla la muñeca, a lo que Raúl pega un pequeño gritito.

Hago una mueca horrorizada y dejo de acariciar al gato.

¡Daniel! -

Pero parece que no escucha ya que sigue doblándole la muñeca, hasta que Raúl queda arrodillado frente a Daniel.

Me levanto, ya que estaba en cuclillas, y camino hacia él.

Basta Daniel, le estás haciendo daño. - Murmuro.

¿¡Porque no nos quisiste decir?! - Le grita ignorándome.

No...no podía. -

La cara del tipo se estaba tornando pálida.

Diablos, no.

¿¡Por qué no?! -

Ellos me lo pidieron. -

¿¡Quienes?! - Le aprieta más la muñeca al ver que no responde. Hace una mueca de dolor. - ¡Responde! -

Ellos... - Nos mira a Connor y a mí. - Sus padres. -

Basta Daniel. - Le digo firme.

Al fin se digna a mirarme y se relaja.

Suéltale la muñeca. - Gruñe, pero hace lo que le pido.

El tipo cae medio desmayado al suelo.

Ojalá y no esté muerto.

No está muerto. Solo está desmayado. Despertará en un rato. - Dice mirándome fijamente. Sus ojos que eran de un color medio oscuro se tornaron de un negro tiburón. ¿Qué demonios...? - Tenemos que irnos. -

Connor que estaba todo el tiempo callado asiente, mientras pasa por al lado del cuerpo y sale.

Una cosa peluda me hace coquillas en la pierna.

Miro hacia abajo y observo como el lindo gatito blanco parece bailar sobre mi zapatilla y una parte de mi pierna.

No aléjate. - Lo aparto con mi mano. - Me tengo que ir. - Lo sigo apartando pero el maldito gato no accede. - Vamos. Me tengo que... ¡Ay! - Chillo cuando encaja sus pequeños pero filosos dientes en mi mano. Lo miro asesinamente y él hace lo mismo conmigo, haciendo ese típico sonido de un gato enojado. - Maldita gato. Y yo que pensé que eras muy lindo. -

Lo aparto con el pie y troto hasta la salida.

Daniel me sigue por detrás pero no quiero ni hablarle. 

Estoy muy enojada con lo que hizo.

Cuando llegamos al Jeep, me subo arriba en los asientos de atrás y me cruzo de brazos.

Daniel se sienta y empieza a conducir.

La atmosfera del auto se vuelve tensa.

Lo siento. - Dice Daniel al cabo de un rato.

¿Por qué? - Pregunto irónica. - ¿Por doblarle la muñeca a aquel tipo? No te preocupes, creo que sigue vivo. -

Sigue vivo. - Dice Daniel. - Solo le doble la muñeca y se desmayó. -

Pero no te tendrías que haberlo hecho. Cuando recupere la conciencia, podrá denunciarnos. -

En todo caso me denunciaría a mí. - Se encoge de hombros. - No importa. -

¡A ti no te importa! - Estallé. - ¡Pero a nosotros sí! -

Ya cuando se vuelvan como yo, no les va a importar nada. -

¡Eso es mentira! -

Créeme. Yo decía lo mismo que tú y mira como termine. -

¡Nosotros no somos tú! -

Después de eso nadie habló más.

Enojada miré por la ventana.

¿Por qué demonios estamos en un maldito bosque? - Pregunté. - ¿A caso piensas matarnos? -

Lo mire y vi que rodaba los ojos.

No Lola. Por aquí está la casa. -

Connor se volvió a él.

¿Enserio? -

Sí. Si quieres fíjate en la hoja. -

Connor toma rápidamente la hoja y empieza a leerla.

Bueno, no conozco está zona, así que supongo que vamos bien. Ya que dice más o menos que está en un bosque. -

¿Enserio? - Pregunto yo esta vez.

Sí. -

Oh, entonces estamos yendo por buen camino. -

Sí, solo espero que no esté derrumbada o que alguien la habite. -

Sí. - Dice Daniel suspirando. - Eso es lo más importante. - 

Holaa! 

Volví :D 

Espero que les gusten los capitulos. 

Creo que apartir de ahora voy a narrar solo de Lola, por que de chico, no se me dá muy bieen, que digamos...

Pero si quieren, lo intentaré.

Me gustaría que comentaran que les parecen los capitulos. 

¡Hasta pronto!

:D

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora