Capitulo 28

5.7K 442 5
                                    

Ruedo otra vez sobre la cama en dirección mirando el techo y suspiro.

Son como las tres de la madrugada y no puedo pegar un puto ojo.

En cinco horas iremos a Australia a buscar la magnífica carta y eso me pone los nervios de punta.

Lentamente me levanto de la cama y coloco los pies en el suelo.

Hago una mueca.

Que frío. – Murmuro.

Por la oscuridad no veo absolutamente nada, así que ando a tientas hasta la puerta. Cuando toco el pomo, me siento más segura.

Como odio la oscuridad.

Abro rápidamente la puerta y salgo afuera.

Aún en la oscuridad, camino hacia las escaleras.

Bajo al piso de abajo y camino a la cocina.

Que novedad. Tú siempre tienes que ir a la cocina.

Sigo caminando y enciendo la luz.

Camino a la heladera.

Vacía.

Abro la boca para soltar un bostezo y quedarme mirando la heladera por varios minutos.

Hay que empezar a comprar comida.

Cierro la heladera y me quedo parada decidiendo entre apagar la luz o dejarla encendida.

Miro el interruptor y la sala, que me queda justo en frente, y me muerdo el labio.

Bien.

Solo tengo que apagar la luz y subir a mi habitación.

No hay nadie en la casa Lola.

No tengas miedo. Nadie va a comerte.

Con ese pensamiento en mente, lentamente apague la luz quedándome en la absoluta oscuridad.

Ni siquiera un grillo se escuchaba.

Camino hacia las escaleras.

¿Ves Lola? Nadie te comió. – Sonreí y subí mi pie al primer peldaño. Un ruido detrás de mí hizo que se me erizaran todos los pelos de mi cuerpo. Gire mi cabeza hacia atrás, mirando la puerta.

Alguien intentaba abrirla.

Tal vez sea Connor o Daniel.

Pero ellos tenían la llave de la casa, y la puerta estaba siendo forzada.

Santa mierda. – Susurré. Corrí escaleras arriba y me quede al final de estas.

La puerta al final se abrió y me lleve una uña a la boca.

La habitación que me quedaba más cerca era la de Daniel, ya que la de Connor, estaba al fondo.

Ni muerta iba a estar en mi habitación sola.

Solté mi uña y corrí sigilosamente a la habitación de Daniel. Abrí la puerta y la cerré despacio.

Me gire y me acerqué a Daniel.

Estaba todo sudado y fruncía el ceño.

Seguro debe tener una pesadilla.

Alcé la mano para moverlo.

No… – Me quedé quieta. – No…Lola. No me dejes tú tampoco. –

Mi corazón se aceleró.

¿Hablaba dormido?

¿Dijo mi nombre o fueron imaginaciones mías?

El intruso.

Oh, claro.

Olvidando que había dicho mi nombre en sueños o pesadillas, lo moví bruscamente.

Abrió los ojos rápidamente y luego parpadeó.

Se sentó en la cama y me miró.

¿Lola…? –

Shh. – Susurré colocando un dedo en mis labios. – Alguien entró a la casa. –

¿Qué alguien que…? – Miró su reloj de mesilla. – Lola. Son las tres de la madrugada. –

Por favor. Ve a fijarte. – Susurré asustada.

Suspiró.

Está bien. – 

Gracias. –

Pero quédate aquí. – Caminó hacia la puerta y salió.

Obvio. – Me acomode en su cama y espere.

Cuando ya empezaba a tener sueño, media hora más tarde, la puerta se abrió y me la quede mirando mientras mi corazón se salía de mi pecho.

Por favor que sea Daniel.

Casi me das un puto paro cardiaco. – Murmuré mientras veía como Daniel entraba y cerraba la puerta detrás de él.

No había nadie abajo. –

¿Qué? – Pregunté estupefacta. – Pero si yo vi como la puerta se abría. –

Suspiro y se pasó la mano por la cara.  

Tal vez lo imaginaste. –

Fruncí el ceño.

No. Fue real. – Se acercó a la cama.

O tal vez no. – Dijo suavemente.

Genial. Me está tratando de loca.

Apreté los labios.

No fue una imaginación. – Protesté. – Fue real. –

Está bien. – Alzó las manos. – Supongamos que fue real, pero no había nadie abajo. Ahora, puedes ir a tú… –

Ni loca. – Lo corté. Suspire y me tragué el poco orgullo que me quedaba. – ¿Puedo…Puedo dormir contigo está noche? –

Me miró serio por un momento y luego sonrió.

Justo en este momento estoy pensando que inventaste todo eso, solo para dormir conmigo. –

No seas idiota. – Dije sintiendo mi cara arder.

¿Quién se creía?

Se rió suavemente.

Está bien. Puedes dormir conmigo. – Se recostó en la cama y me hice a un lado, para que pudiese acomodarse. Cuando terminó me aleje lo más que pude de él. – No sé si te diste cuenta pero la cama es para una persona, por lo que si te sigues alejando te caerás. –

Refunfuñando me acerqué un centímetro.

Vamos. No voy a comerte. –

Quería golpearlo.

Muy fuerte.

Me acerqué un poco más y entonces levantó un brazo y me atrajo hacia él.

Mucho mejor. – Sonrió y luego cerró los ojos.

Suspire e hice lo mismo.

Holaas!

Regresé :)

En el capitulo anterior había narrado Connor, espero que les haya gustado.

Pregunta: ¿Quieren más narraciones de Connor? ¿O no?

Gracias por las personas que están votando mi novela. De verdad gracias :D 

¿Que más...? 

Ah sí! 

Llegamos a más de +2500 leídas! =D 

Espero que sigan leyendo mi novela y les siga gustando. 

Adiós! 

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora