Capitulo 44

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La mano de Daniel quedó quieta en su lugar, mientras yo me quedaba como estatua.

¿Lola? ¿Daniel? – Preguntó la voz de Connor desde el otro lado de la puerta. Rodé los ojos, mientras me levantaba de las piernas de Daniel. Le mire la cara, al parecer él también estaba molesto de que lo interrumpieran. Busqué con la mirada mi camisa, cuando la encontré, la tome y me la puse rápidamente. Se levantó de la cama y se acercó a la puerta, sin siquiera colocarse la camiseta, la abrió.

Me senté en la cama mientras me acomodaba el cabello, desde aquí podía ver a Connor con algo en sus manos y la cara colorada.

¿Qué quieres? – Preguntó Daniel de mala gana. Sonreí a pesar de la situación.

Que gracioso es todo esto.

Me muero por ver la cara de Connor. Me levanté de la cama y me acerque sin que pudiera verme.

Y-Y-Yo. – Contuve las ganas de reírme. Dios. Dirigió su mirada hacia el botecito de jabón líquido que tenía en las manos. – Q-Quería decirles...que...mierda. – Se llevó una mano a la cara. – Esto es vergonzoso. ¿Por qué no tienes c-camisa? –

Iba a hacer un poco de ejercicio. – Contestó Daniel. La cara de Connor tomó un color rojo escarlata. No aguante más y solté una carcajada tan enorme, que creo que el vecino podría haberme escuchado.

Dios. – Murmuro entre risas, mientras Daniel se gira a verme con una sonrisa y una ceja alzada. Connor me mira aún con la cara roja y de una forma rara.

¿De qué te ríes? – Pregunta Daniel. Connor no sé en que estaría pensando pero salió disparado por el pasillo para verlo desaparecer por las escaleras.

Mi estómago. – Me rodeo con mis brazos, mientras sigo riendo. – N-No puedo parar. – Daniel observa por el pasillo y luego se gira cerrando la puerta.

¿En que estábamos? – Paro de reír lentamente.

No estábamos en nada. – Digo con una sonrisa en los labios. Se acerca y me toma de la cintura, dejando un beso. – Si no te molesta, iré a hablar con Connor, que seguramente quedó traumado. – Estiró los labios. Ladeo la cabeza. – Pareces un pato. – Rodó los ojos.

Último beso. – Suspire y le di un beso corto dejándolo como un pato otra vez. – Por esta vez la dejare pasar. –

Ya claro. – Ruedo los ojos y lo empujo suavemente para abrir la puerta. Un golpe resonó en toda la habitación. Me giro completamente estupefacta hacia Daniel que me mira con una sonrisa enorme. – ¿Me acabas de golpear...el trasero? – Asiente lentamente y después se gira, mientras abro la boca y cierro la puerta de un portazo. Me cruzo de brazos y camino por el pasillo.

¿Qué tienen todos con mi trasero?

Sé que está un poco gordo, pero no hay que maltratarlo tan mal.

Algún día me vengare.

Me detengo.

Ew. No.

Me sacudo bruscamente y bajo las escaleras para encontrar a un Connor sentado al final de estas. Sonrío y me acerco. Me dejo caer en el peldaño haciendo que se sobresalte.

Hola. – Me mira un momento y luego aparta la mirada.

H-Hola. – Un silencio totalmente incomodo nos envolvió. – Tú...ah... ¿l-lo hiciste? –

No. – Me encojo de hombros. Me mira directamente entrecerrando los ojos.

¿Enserio? – Asiento. De un segundo a otro él me está abrazando. – Oh gracias a todos los Dioses del universo. –

¿Eh? – Me aparto de él, confundida.  

Sé que te parecerá absurdo pero... – Y luego murmuró palabras que no entendí.

¿Eh? – Pregunté.

Que... – Y luego repitió las mismas palabras inatendibles.

¿Qué Pepito se comió a Romero? – Pregunté confundida. Oh por Dios. Ese Pepito es un zombi. Hizo media sonrisa.

Que quería perderla primero. – Admitió sonrojándose.

Oh. – Reí. – Pensé que... – Me miró con una ceja alzada. – Nada. Y ahora ¿Por qué querías perderla primero? – Apoyé mi codo sobre mi rodilla y la mejilla sobre mi mano.

No lo sé...creo que se sentiría vergonzoso, de qué tú hermana menor haya perdido su virginidad primero y tú no. – Miró el suelo. Pase un brazo por su hombro.

Oye...no sé de qué te avergüenzas. ¿Quién sabría que tú perdiste la virginidad primero? ¿A quién se lo contarías? Sí no tienes amigos. –

Gracias Lola. – Agregó con sarcasmo. – Eres tan buena consejera. – Ruedo los ojos y me aparto para mirarlo.

Lo que intento decir, es que nadie sabría que tú la hayas perdido. ¿Además quién te preguntaría tal cosa? –

Los tipos malos ¿Tal vez? – Rodó los ojos.

Mientras no estés cerca de ellos, todo estará bien. – Reímos. – Pero sí tú quieres perderla primero, está bien. Esperare. – Aunque eso será imposible teniendo a Daniel a mi lado.

¿Lo prometes? – Preguntó con una ilusión en sus ojos que me derritió el corazón, mientras levantaba el dedo meñique. Junte el mío con el suyo.

Lo prometo. – Sonreí. Me abrazó otra vez. Abrí la boca para quejarme.

Eres la mejor hermana del mundo. – Cerré la boca y correspondí su abrazo. Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, mientras sonreía. – Espero que nunca te pierda. Si algo te llegara a pasar yo... –

Shh. – Lo corté. – Ahora tú no arruines el momento. –Sentí su risa.

Está bien. – 

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora