Capitulo 24

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MARATON 2/3

¡Esto es imposible! –  

Dejo a un lado las miles de hojas de literatura y apoyo mi frente contra la mesa de mármol de la cocina.

Esta vez de verdad me va a explotar el cerebro.

¿Qué es imposible? – Pregunta Connor entrando a la cocina junto a Daniel.

Esto. – Hago señas con la mano señalando todas las hojas.

Daniel las miró todas y sonrió.

Menos mal que yo deje el colegio y todas esas cosas. – Lo mire mal. Soltó una carcajada y se sentó en frente de mí.

Que suerte tienes. A mí se me están explotando las pocas neuronas que me quedan. – gruñí.

¿Cuántos temas vas de los diecisiete? –

Tres. –

Daniel rió un poco mientras Connor se carcajeaba.

Ya. No soy una sabelotodo. – Seguía riéndose. – Basta. – Sonreí por como Connor se reía. Cuando terminó se limpió una lagrimita y respiró.

Dios. Pensé que ya habías terminado todo, o aun que sea ibas por diez temas o más. –

Pero es que esto es re complicado. – Suspire frustrada.

Okey. Cambiando de tema, faltan tres días para que vayamos a Australia y encontrar la casa. – Mire a Connor con los ojos abiertos. – ¿Qué? – Mire rápidamente a Daniel.

Comprendió mi mirada.

Ya lo sabe todo. –

Bocaza. – Le recrimine.

Tenía que decírselo. Necesitamos de su ayuda. – Rodé los ojos.

Claro. – Ironicé. – Bien. Si no les molesta, necesito estudiar. ¿Pueden irse? – Connor se fue pero Daniel se quedó mirándome. – Eso va para ti también Daniel. –

Sonrió y se quedó mirándome fijamente por varios minutos.

Seguro tienes un moco.

Oh Dios mío.

Disimulando paso rápidamente mi mano por mi nariz provocando que él sonría divertido.

No tienes nada en la cara Lola. – Suspiro aliviada.

Bien, mi poca dignidad durará un tiempo más.

Se levantó.

Más tarde Connor y yo iremos a sacar los pasajes de avión. Sí quieres puedes venir, si no pues te quedas. –

Asentí.

Suspiró y se fue.

Volví mi mirada hacia los papeles y empecé a estudiar.

Voy a matar al profesor de Literatura.

Dos horas más tarde mi cerebro estaba hecho una papa.

Guarde todas las cosas en mi mochila, subí a mi habitación y la arroje hacia algún lugar mientras me desplomaba en la cama.

Solo faltan tres días para que encontremos la carta.

Sí es que la encontramos. 

Suspire y me llevé las manos a la cara.

Todo este tema me tiene cansada.

Cuando decía que quería una vida interesante, no quería una así. Yo quisiera una como Nora, como Anastasia, como Hazel, como Bella, como Clary.

Pero no.

No hay Ángeles caídos. No hay vampiros ni hombres lobo. No hay sombras.

No hay nada.

Solo gente que quiere matarnos.

(...)

Mire nerviosa al profesor Husam mientras corregía mi examen.

Estaba tan nerviosa que me sudaba todo.

TODO. 

Ugh, eres una cerda. 

Bien. – Dijo el profesor mirándome. – Has aprobado, pero te faltaron completar algunas consignas. Solo tienes que esforzarte. –

Pegué un pequeño chillido de emoción.

Dios. ¡Sí! – Alcé los brazos. – Aprobé. Aprobé. Oh sí. – Empecé a hacer mi bailecito raro mientras él sonreía.

Aquí está tú examen. – Me lo entregó y lo tome. – Adiós. –

Adiós. Gracias profesor. – Salí por la puerta a afuera, donde Connor se encontraba apoyado contra la pared del pasillo, aburrido.

¡Aprobé! – Grité.

Sonrió y tomó mi examen.

Por los pelos. –

Sí, pero aprobé. – Se rió y empezó a caminar hacia la salida.

Lo seguí.

¿Connor? – Lo llamé. Me miró. – ¿Tú crees que encontraremos la carta? – Se encogió de hombros.

No lo sé. Pero esperemos que sí. –

Okey. –

De lo aburrida que estaba, empecé a tararear una canción mientras veía el suelo y a veces veía hacia arriba para que no tropezara con nada.

De pronto tuve un mal presentimiento.

Levanté la mirada, donde estaba Connor, en el medio de la calle, y a la derecha a unos metros, un auto que avanzaba a toda velocidad sin detenerse.

Se pasó un semáforo en rojo.

Iba a atropellarlo.

¡Connor! –

Como estaba un poco alejada, corrí hacia él y lo tomé del brazo para que corriera conmigo hacia el otro lado.

Cundo el auto ya estaba por atropellarnos, lo empuje y cayó en el césped de un mini parque.

Me lancé yo también, justo unos segundos antes, de que el auto me rozara.

Me quedé tendida en el césped, respirando entrecortadamente. 

Diosito mío.

Gracias por salvarme. – Dijo Connor sin aliento.

De nada. –

Un grupo de personas que estaban presentes se acercaron a preguntar si estábamos bien.

A pesar de los pequeños raspones y de que no teníamos aire, estábamos bien.

Por poco moría.

Tampoco exageres. Solo iría al hospital.

Oye. – Miré a Connor. – Creo que tenemos que irnos de aquí lo antes posible. –

Asentí y me ayudo a levantarme.

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora