Capitulo 29

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P.O.V DANIEL.

Encendí el auto mientras me acomodaba en el asiento.

Chicos... - Llamó Lola desde los asientos de atrás.

¿Sí? - Pregunté girando a la derecha.

Pongan música o me duermo. - Sonreí levemente.

¿Qué música te gusta? - Pregunté.

One Direction, 5 se... -

No. - La corté.

¿Cómo pueden gustarle esos chicos?

¿Por qué no? Sí son bien bonitos. - Por el espejo retrovisor pude ver como sonreía. - ¿O no Connor? -

Giró a verla con los ojos como pez.

¿Q-Qué? Sí yo no los escucho, ni siquiera los conozco. - Suelta un risita y se acomoda en el asiento. - ¿Alguien tiene hambre? Yo sí. - Revuelve una bolsa y encuentra una galletita de chocolate, le da un mordisco y me mira.

Me sonríe de manera rara y se le notan todos los dientes cubiertos de chocolate.

Mantengo la vista al frente, tratando de aguantar la risa.

Me detengo en un semáforo en rojo.

Entonces... ¿Nada de música? -

No. - Responde Connor de mala gana.

Que bipolar.

Aburrido. - Murmura Lola bufando.

Después de eso nadie habló hasta llegar al aeropuerto.

Estaciono el auto y me giro hacia atrás.

Lola ya... - Me detengo.

Estaba sentada en el medio del asiento con la cabeza hacia atrás y con la boca abierta.

Enfoco mi vista.

¿Aquello es... baba?

Hago una mueca.

Connor se ríe a mi lado.

No puedo evitarlo y me río.

Como extrañaba poder reír.

Connor agarra su celular y le toma una foto.

No digas nada. - Guarda otra vez su celular.

Ruedo los ojos y me bajo del auto.

Me coloco mis gafas negras por el sol de las primeras horas de la mañana y observo a mí alrededor.

No hay demasiadas personas.

Luego se escuchan las puertas del auto abriéndose. 

Ya basta Connor. No es divertido, ya te pasara a ti un día y yo me reiré. - Lola me mira avergonzada cuando baja del auto.

Cierro con seguro las puertas y empezamos a caminar hacia la entrada del aeropuerto.

Apenas entramos, el aire frío me recorrió la piel.

Diablos.

Caminamos hacia el detector de metales.

Oh no.

Iré al baño un momento. - Dije ganándome las miradas de ellos. - Ustedes adelántense. -

Está bien. -

Caminé al baño y me aseguré de que no haya nadie.

Tomé un poco de papel de baño, saqué el arma que tenía y la envolví. La dejé en el último cubículo, en el cesto de basura.

Los hijos de la Mafia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora